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Brazos

Bien temprano al surco. Y los bra­zos ya están listos para empezar. Molestará el fango, el insecto que pica, la yerba crecida, el sol bravo y caliente. Y así, día tras día, el cam­pesino, el agropecuario, el azucare­ro, el trabajador del campo se gana la vida. De la tierra sale la comida de su familia y de un país, aunque todavía es insuficiente y la mesa de la casa lo dice sin temores.

Foto: Heriberto González Brito

Es la agricultura un trabajo que no se resume a entregar hectáreas o caballerías para sembrar. Tampo­co en la utilización a ciegas de re­gadíos, tractores y fertilizantes por doquier. Hay que saber del rocío de cada madrugada, de cómo interca­lar y rotar los cultivos, de la fuerza de los vientos y de dar machete y guataca cuando lo pide la tierra, que mientras más colorada parece más dispuesta a darnos de comer.

Cuba puede y debe encontrar en los campos su verdadera sobera­nía alimentaria. Sin tantos informes y teorías, con más productos y más brazos trabajando. Puede y debe recuperar una industria azucarera a los niveles que nos permita al me­nos autoabastecernos; los cítricos que llegaron a ser muy cotizados por los europeos; la estabilidad del plátano, la yuca, el boniato y otros cultivos de estación; la producción de carne, leche y huevos para que no sea dolor de cabeza comprarlos hoy a precios inflacionarios.

Para eso también hay que resolver cadenas de impagos a los productores y diversificar más todo lo que puede aportar un cen­tral más allá de la azúcar. Empre­sas estatales como La Cuba, en Ciego de Ávila, nos muestran que son posibles buenos rendimientos y ganancias sin abusos en el mer­cadito o en la carretilla del vende­dor ambulante.

Bien temprano al surco. Hay mucho que madurar lo verde. Lo saben los agropecuarios que este 3 de octubre andarán de celebra­ciones. Y lo sabe una nación que le va su supervivencia en produ­cir, producir y producir alimentos.

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