El legado de un buen presidente

No quiero museos, ni estatuas, ni mi nombre en calles, escuelas, ni nada (…)
Todo lo que he sido como servidor público, lo que se llama legado, corresponde al pueblo de México, todo.
Andrés Manuel López Obrador, septiembre del 2024

En apenas una semana el presiden­te más popular y carismático que ha tenido México en los últimos años, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), traspasará la banda pre­sidencial a Claudia Sheinbaum Par­do, académica, ambientalista, exjefa del Gobierno de la Ciudad de Méxi­co y fundadora del Partido Morena.

Luego López Obrador se retira­rá a la quinta llamada La Chingada, en Palenque, Chiapas, propiedad he­redada de sus padres en el año 2000. Ha dicho que quiere escribir: “Lo único que pido es que ya no se me busque (…), quiero estudiar, quiero probar la hipótesis de la grandeza cultural de México (…), se lo debe­mos a nuestros antepasados, sobre todo al México profundo, al México prehispánico. (…) Solo que me fuese a ver la presidenta, mi presidenta, ahí así la recibiré. Pero no creo que lo haga porque ella es muy capaz, mucho”, acotó.

Morena de los humildes

AMLO es de esas personalidades que no pasan inadvertidas, se le odia visceralmente o se le venera. Para muchos es “un fuera de serie” en materia de comunicación política y prueba de ello fue la construcción del Movimiento de Regeneración Nacional (Partido Morena), que fun­dó en el 2011 y con el cual movilizó al pueblo de México para ganar, de manera inobjetable, los comicios del 2018.

La victoria de la agrupación fue aún más aplastante en el 2024, cuan­do resultó electa la primera mujer presidenta de México. Esos resul­tados confirmaron que el 70 % de aprobación de la gestión de AMLO reportado por las encuestas, no era la cifra tendenciosa de que habla­ban sus enemigos, sino una verdad refrendada en las urnas.

El director de Economía del Instituto Mexicano para la Com­petitividad (Imco), Jesús Carrillo, opina que el principal legado del mandatario saliente es haber con­seguido “una disrupción del sis­tema partidista (…) con un nuevo partido hegemónico que ha engu­llido en buena medida a los otros, sobre todo, los liderazgos locales del PAN (Partido Acción Nacional) y el PRI (Partido Revolucionario Institucional)”.

No se puede olvidar que AMLO alcanzó la presidencia en su tercer intento, tras décadas de lucha con­tra ese andamiaje político tradi­cional del “antiguo régimen de co­rrupción, en el que dos partidos se repartían las posiciones de poder”, describió Isaac Palestina, asesor político y militante de Morena.

No obstante, analistas han alertado que el oportunismo y el pragmatismo, tan frecuentes en po­lítica, podrían estar comprometien­do el futuro de la agrupación pues han aceptado en sus filas antiguos militantes priistas y panistas que solo buscan escalar posiciones a ni­vel local y estadual.

Marca AMLO

Muchos podrían ser los ejemplos de iniciativas y obras impulsadas por el Gobierno de López Obrador que llevan su sello. Entre las más aplaudidas, también cuestionadas, aparecen el Tren Maya y la refine­ría Dos Bocas.

El Tren Maya es una circunva­lación ferroviaria de mil 500 kiló­metros que recorre la selva de Yu­catán y conecta destinos turísticos como Cancún, Tulum o Campeche. Dos Bocas, por su parte, ha sido considerada la obra de infraestruc­tura más importante de las cons­truidas en México en las últimas cuatro décadas. Allí se podrán re­finar hasta 340 mil barriles diarios de gasolina y derivados del petró­leo.

A la par de estas millonarias inversiones, el Gobierno diseñó y aplicó programas del bienestar para los grupos más vulnerables del país (adultos mayores, madres sol­teras y jóvenes sin empleo). Como resultado de esas iniciativas, así como de la aplicación de una políti­ca económica que favoreció el alza de los salarios y cambios en las re­laciones laborales para combatir la informalidad, más de 9,5 millones de personas salieron de la pobreza en cinco años.

Terminar como empezó

López Obrador ha concluido su ges­tión con la misma actitud comba­tiente con que comenzó. A lo largo de su mandato impulsó numerosos cambios, los más recientes son la Reforma al Poder Judicial, promul­gada el pasado 15 de septiembre, Día de la Independencia de Méxi­co; y una Iniciativa con Proyecto de Decreto por el que se “reforma, adi­ciona y deroga el Artículo segundo de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos en ma­teria de Pueblos y Comunidades In­dígenas y Afromexicanos”.

Esta última busca reconocer como “sujetos de derecho público” a los ciudadanos de al menos 68 pue­blos originarios y a los descendien­tes de quienes fueron arrancados a África siglos atrás. Con ello se les dotaría de “personalidad jurídica y patrimonio propio. (…) Esta refor­ma cumple con el reclamo históri­co (…) del reconocimiento pleno de sus derechos (…) y obliga al Estado a promover, usar, desarrollar, pre­servar, estudiar y difundir las len­guas indígenas como un elemento constitutivo de la diversidad cultu­ral de la Nación”. Además, reconoce la importancia de que participen de los “medios de comunicación, tele­comunicaciones y nuevas tecnolo­gías de la información”, así como de “la construcción de los modelos educativos, con la finalidad de re­conocer la composición pluricultu­ral de la Nación”.

AMLO cumplió

El 1.º de diciembre del 2018 Andrés Manuel López Obrador asumió como presidente. Ante la multitud reunida en el Zócalo que celebraba el giro histórico que habían dado a la política de la nación norteameri­cana se le escuchó decir: “Vamos a cumplir todos los compromisos. No les voy a fallar (…) Quiero pasar a la historia como un buen presiden­te de México”. Cinco años después, Sheinbaum, lo describe como el “mejor presidente de la historia”. Con ello reconoce la obra y se com­promete a preservarla.

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