«La Alternativa para Alemania (AfD) daña a Alemania. Está debilitando la economía, dividiendo a la sociedad y arruinando la reputación de nuestro país», dijo a Reuters el canciller Olaf Scholz. Señaló que los resultados eran «amargos» y pidió a otros partidos tradicionales “que formaran gobiernos estatales sin la extrema derecha”.
¿Qué provocó tan “amargo” comentario del dirigente alemán?
Fueron los resultados de las elecciones en Turingia, a principios de septiembre, donde quedó en primer lugar el partido de ultraderecha provocando incertidumbre y miedo, a tan solo un año de las elecciones federales, donde podrían repetir el triunfo.
Pero volvamos a Turingia. La AfD obtuvo casi un tercio de los votos, nueve puntos por delante de la conservadora CDU (Unión Demócrata Cristiana) y muy por delante de los tres partidos gobernantes de Alemania.
Constituye su primera victoria en una elección al Parlamento estatal desde la II Guerra Mundial, aunque hay pocas esperanzas de que pueda formar Gobierno en Turingia dado que es poco probable que otros partidos colaboren con ella, según los especialistas.
Más amargura para el Gobierno
Pero hubo otra sorpresa. La AfD quedó en segundo lugar en los comicios celebrados en Sajonia, el Estado vecino más poblado. En este caso, los resultados dieron a la CDU el 31,9% de los votos.
Nuevamente los ultraderechistas quedaron muy por delante de los tres partidos que dirigen el Gobierno nacional: Socialdemócratas, los Verdes y el liberal FDP (Partido Democrático Libre)
El principal candidato de la AfD en Turingia, Björn Höcke, que es una figura muy controvertida en Alemania, celebró lo que calificó como una «victoria histórica».
No logró un mandato directo para el parlamento estatal, pero se aseguró un escaño, ya que encabezaba la lista de su partido, calificado de extremista y multado en una ocasión por utilizar un eslogan nazi.
Una de las sobrevivientes del Holocausto más conocidas de Alemania, Charlotte Knobloch, señaló que el resultado de los comicios “había dejado al país en peligro de volverse más inestable, más frío y más pobre, menos seguro y menos digno para vivir en él».
Entre los alegres, está la colíder ganadora, Alice Weidel, quien afirmó que «sin nosotros, ya no es posible un Gobierno estable», aseguró. Por su parte, Björn Höcke indicó que “había muchos votantes de la CDU que estarían contentos si trabajaran juntos”.
La amenaza no ha terminado
El resultado crea un nuevo escenario. Sin el apoyo de otros partidos, la AfD no puede gobernar en Turingia, y la CDU ha dejado en claro que no se planteará gobernar con la extrema derecha.
Matemáticamente, los conservadores necesitarán el apoyo de los partidos de izquierda para formar una mayoría, según expertos.
Dentro de tres semanas se celebrarán elecciones en el tercer Estado del Este, Brandeburgo, y aunque la AfD va por delante en los sondeos de opinión, los socialdemócratas y los conservadores están sólo unos pocos puntos por detrás.
El grupo de ultraderecha en el Parlamento Europeo, Identidad y Democracia (ID), decidió a finales de mayo expulsar a la delegación completa de AfD, después que uno de sus líderes afirmase que en la organización nazi SS «no todos eran criminales»,
La violencia política va en aumento en Alemania. La noticia de que varios políticos del partido de Los Verdes y de los socialdemócratas (SPD) fueron atacados mientras pegaban carteles electorales en la ciudad de Dresde conmocionó a la nación.
A principios de año, cientos de miles de personas se congregaron en las principales ciudades de Alemania para protestar contra la extrema derecha. Muchos expertos temen que la AfD podría cambiar la Constitución e introducir nuevas leyes que van en contra de los derechos fundamentales si ganase los próximos comicios.
Si ganan, aunque no puedan formar parte del Gobierno, crearán un complejo entramado en el escenario político germano.