El pan de la canasta familiar normada desde el 13 de septiembre que se anunció reducir de 80 a 60 gramos su peso ha sido tema de ocupación y no sólo para los consumidores.
«Es una medida temporal para garantizar la entrega del pan a la población «, subraya Anayra Cabrera Martínez, directora general de Política Industrial del Ministerio de la Industria Alimentaria.
La reducción autorizada del gramaje del pan de la canasta familiar normada trajo el temor de un deterioro pronunciado en su calidad.
Aunque encuestas realizadas por la Oficina Nacional de Inspección Estatal del MINAL en el país indican una satisfacción del 75 al 80 por ciento con el producto, hay quienes difieren.
«El pan de la libreta lo venden muchas veces por debajo del peso que dijeron por la televisión y además malo», afirma categórica María Luis Ramírez Céspedes, vecina de Ponce, en el capitalino municipio de Arroyo Naranjo. Su vecina Cira Martínez Luna coincide y afirma que la situación sucede desde hace un buen tiempo.
Por su parte , la directora de Política Industrial del MINAL asegura que no hay razones para que se afecte la calidad del producto pues las panaderías del país cuentan con las materias primas necesarias y se mantienen las formulaciones para su adecuada elaboración.
Para impedir que el gramaje reducido justifique la merma en la calidad, desde el anuncio de la medida se priorizan los controles por la Oficina Nacional de Inspección Estatal de ese ministerio y órganos homólogos en las provincias, así como la atención a las quejas y denuncias de la población recibidas por distintas vías.
«Cumpliendo nuestra función estatal, hasta el jueves último nuestros inspectores realizaron en todo el país 521 controles sobre el uso de las materias primas y por diversas violaciones detectadas impusieron 188 multas», dice Juan Manuel García Alum, director general de la ONIE.
Lo que el asunto no se reduce sólo a multar. Las empresas provinciales están obligadas a actuar adicionalmente. Cuando existen violaciones de las normas en la elaboración del pan corresponde adoptar medidas administrativas que incluyen democión del cargo y separación definitiva de la entidad, considerando el desempeño anterior del trabajador o trabajadores involucrados, según explica Abdelín González Mesa, directora general de la Empresa Provincial de la Industria Alimentaria (EPIA) La Habana, responsable de hacer el pan normado de cada día a cerca de dos millones de capitalinos.
Al duro y sin guante
Como sugiere el título del conocido programa de TeleRebelde, los inspectores de la ONIE realizan sus controles con rigor técnico y también humildad, ética y profesionalidad.
Se evidenció en la panadería La Comercial, del capitalino municipio del Cerro, en donde los inspectores Idalmis Tamayo Carvajal y Roberto Chávez Flores revisaron el proceso de elaboración completo. «Aquí encontramos un incumplimiento en la masa neta del pan y en las pruebas sensoriales», apunta Chávez.
Detalla que se refleja en el muestreo aleatorio que se hizo del alimento en venta a la población. Agrega que varias verificaciones a muestras de cinco panes cada una demostraron que estaban por debajo del gramaje indicado además de no tener la misma coloración y olor ácido, ésto último síntoma de masa humedecida en el interior. Señalar que el peso del pan por debajo de los 60 gramos establecidos no es el único problema encontrado en el país. «En nuestros laboratorios hemos detectado panes ácidos, crudos y con olores no típicos», precisa García Alum el director general de la ONIE.
Agrega que por el deterioro estructural y tecnológico fueron cerradas las panaderías La Elena y La Liana, en La Lisa. Las causas de las violaciones se asocian al incumplimiento de las normas del Decreto 22/2020, del MINAL, sobre la producción industrial de alimentos y bebidas.
«El maestro panadero puede haber cortado la masa de pan por debajo del peso, antes de amasarlo; el horno pudo no haber cocinado parejo o se incumple el tiempo de cocción establecido, o no se cruzaron las bandejas durante el horneo como está previsto en los procedimientos», abunda Chávez, el inspector de la ONIE.
En las panaderías de La Habana lamentablemente suceden esas infracciones a pesar de que ante la medida de reducir el gramaje del pan de la canasta familiar normada se hicieron Activos de Calidad en los 15 municipios, con la participación de los maestros panaderos, en los que se precisaron las formulaciones con o sin extensores, en la actualidad yuca.
«Esta semana detectamos tres casos que están en proceso o con la medida administrativa correspondiente, que puede ser la democión del cargo, definitiva o provisionalmente, o la separación de la entidad, de acuerdo a los antecedentes que tengan los responsables», afirma Abdelín.
La directora general de la EPIA La Habana asegura que la calidad del pan normado es una prioridad y que para garantizarla se han volcado los fiscalizadores de la entidad y otros especialistas.
Por su parte, Anayra Cabrera Martínez, la directora general de Política Industrial, señala que el MINAL reconoce que las panaderías del país no tienen las mismas características tecnológicas y pueden suceder variaciones en el proceso pero eso no justifica afectar la calidad de sus producciones. «La experiencia, el amor y el empeño que los maestros panaderos pongan a su labor son la garantía de lograr un buen producto cada día», acota.
Preservar la calidad del pan de la canasta familiar normada es un deber de quienes lo producen pues expresa el respeto al pueblo al que pertenecen. También es corresponder a los esfuerzos que hace el país para que el básico alimento no falte en medio de complejas circunstancias financieras debido, fundamentalmente, al recrudecimiento del bloqueo y la injusta inclusión de Cuba en la espuria lista norteamericana de Estados que supuestamente apoyan al terrorismo.