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Barrios

Es de noche. Hay quien todavía no ha terminado de cocinar. Hay quien deja la novela a medias. Y los hay también que bajaron bien temprano para escuchar al dele­gado en un proceso de rendición de cuenta singular y complicado. Y cuando termina de exponer su gestión, las manos se levantan y comienza el debate.

Foto: Reynaldo López Peña, periódico 26

Justo cuando el apagón in­comoda hasta el delirio. El pan bajó su gramaje y se pierde el vuelto de 25 centavos. El agua entra con intermitencia y nos agobia la cabeza. El transporte vive su peor crisis y la basura no acaba de recogerse como siem­pre fue. Los baches son más profundos y las mipymes o fe­rias cobran protagonismo ante la canasta básica reducida y a destiempo.

Justo cuando más ataque en redes sociales recibe la Revo­lución el delegado da el pecho, se autocrítica si es preciso y explica sin justificación la rea­lidad de lo que ha podido hacer y no lo que hubiera querido hacer, a solo días de volver a discutir en la ONU sobre el blo­queo del Gobierno de Estados Unidos contra Cuba.

Son los barrios, las comu­nidades y las circunscripcio­nes escenarios ideales hasta noviembre para sumarse al debate y aportar una idea, in­volucrarse en la solución de uno o varios problemas subje­tivos; cambiar y crear lo que hasta hoy venimos haciendo mal y no depende del recur­so material, sino de revitali­zar las ganas de volver a ver nuestras cuadras al menos más limpias.

Y quizás el próximo 27 de sep­tiembre, en medio de las caldosas que esa noche siempre nos reúne en un banco o en la acera para esperar los 64 años de una orga­nización de masas nacida para defender nuestro sistema social, podamos también oxigenar lo que más necesita y pide nuestra gen­te, nuestro pueblo, los trabajado­res: hacer más sin lamentarnos tanto, darle más minutos al opti­mismo y sentir que la luz al final del túnel no está en irse de Cuba, sino en regresar a los barrios, a su cuna de valores y sentimientos.

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