Como se ha expuesto en las partes anteriores, las elecciones presidenciales de los Estados Unidos tuvieron presencia destacada en los medios cubanos, así como en el discurso político durante los años de la República burguesa y, de igual manera, en circunstancias específicas, Cuba fue parte del discurso electoral de los contendientes, a partir del papel que podía jugar en la búsqueda de votos. Esto se mantuvo en la década del cincuenta y también después del triunfo revolucionario en la isla caribeña, aunque por diferentes motivos.
Candidatos presidenciales, resultados de las elecciones, el cambio de presidente y, en alguna medida, secretarios en el Gabinete, fueron noticias con titulares de primera plana. Los años cincuenta del siglo XX estuvieron dominados casi todo el tiempo por la presidencia de Dwight Eisenhower, cuya elección y reelección fue seguida por los medios en Cuba, a veces seleccionado como la figura del año, como en 1957 cuando entre “Los 17 más destacados”, en primer lugar se puso al presidente norteño por la “doctrina Eisenhower para pacificar el Medio Oriente, por la alarma que provocó en el mundo por su ataque cerebral y por su valentía de ir a la conferencia de la OTAN en París a despecho de las indicaciones médicas”.[1]
Eisenhower venía de la esfera militar y de la Segunda Guerra Mundial, lo que le daba características específicas. Su candidatura republicana en 1952 enfrentaba un largo período demócrata con las presidencias de Franklin Delano Roosevelt (1933-1945) y Harry Truman (1945-1953), en plena articulación de la Guerra Fría y con intereses muy fuertes en la Europa que enfrentaba al campo socialista, así como en otros espacios para consolidar la hegemonía norteña; por tanto, Cuba no era en ese momento una prioridad. Cuando la “doctrina Eisenhower” proclamaba que “los intereses vitales de América son mundiales, abrazan ambos hemisferios y todos los continentes”,[2] en el mundo de posguerra, Cuba no tenía relevancia esencial; sin embargo el desarrollo de la situación revolucionaria obligaría a prestar creciente atención a la situación cubana, dentro de los cánones históricos en esas relaciones.
El mensaje inaugural de Eisenhower del 20 de enero de 1953 se movió dentro de la más absoluta posición de guerra fría y de hegemonía norteña a nivel mundial; proclamando que los Estados Unidos tenían que actuar desde esa perspectiva, donde “América” era la nación más fuerte, de mayor influencia y productividad en el mundo y su liderazgo dependía de cómo usaran ese poder, además de anunciar que estaban compelidos a desarrollar una industria armamentista de vastas proporciones.
En Cuba, la prensa reflejó la victoria republicana con elogios. Bohemia decía que había triunfado la historia, pues nadie mejor que el general Eisenhower la encarnaba; mientras el Diario de la Marina informaba el 6 de noviembre de 1952 los votos de Eisenhower frente a Stevenson para decir que había triunfado arrolladoramente, a la vez que calificaba ese resultado de acontecimiento mundial, mientras para América Latina era un peligro por el proteccionismo y nacionalismo estrecho de los republicanos, aunque después de consideraciones propias de la relación cubana con el vecino, decía que Cuba podía saludar esa victoria sin recelos ni temores. Este era la tónica general: seguir los resultados y plantear las posibles expectativas.
En las elecciones de noviembre de 1956, se siguió también ese proceso que volvía a enfrentar a Eisenhower con Stevenson y se anunció el triunfo republicano por gran mayoría, el que fue saludado por los diferentes medios. Para los Estados Unidos, Cuba no era entonces un tema que movilizara el voto, ni de gran preocupación de gobierno. El triunfo revolucionario daría un giro a esa situación.
En 1960 se desarrollaría la campaña electoral del demócrata John F. Kennedy frente al republicano Richard Nixon, vicepresidente en los mandatos de Eisenhower. Entonces el panorama había cambiado. El gobierno de Eisenhower había aprobado el “Plan de acción contra Cuba”, las agresiones por diversas vías eran noticia cotidiana, en Centro América se entrenaban grupos para invadir a Cuba, de manera que el proceso electoral incluía ese contexto en sus manifestaciones.
Aquella contienda tuvo en el tema Cuba un punto de debate en los discursos electorales, lo que tuvo repercusión en Cuba. Desde fines de 1959 ya se publicaban comentarios sobre el próximo año electoral y sus posibilidades. En 1960 tomaría mayor presencia.
Bohemia publicó “Nixon y Kennedy: trapos sucios y verdades”, donde se refería al debate que habían sostenido en la televisión sobre los problemas sociales de discriminación, asuntos externos como la política con Corea y el tema de Cuba, en lo que se señaló:
Nixon era amigo y partidario de Batista por reconocimiento propio. Kennedy supone como un hecho normal que Eisenhower fuera el encargado de decidir que en Cuba hubiera elecciones o no y lo acusa de no haber dado esa orden a tiempo. Kennedy conoce que las armas que se venden a Latinoamérica son sobrantes, inútiles para una contienda mundial, lo que quiere decir o que no se venden con ese objeto, sino para sostener gobiernos impopulares, o que se nos proyecta utilizar como carne de cañón.[3]
En otras páginas se reprodujeron fragmentos con las palabras textuales en el debate que sostuvieron el 7 de octubre, por ejemplo:
Nixon: No pienso que Cuba sea una pérdida y estoy muy sorprendido por esa afirmación de Kennedy.
Kennedy: Nunca he afirmado que Cuba estuviera perdida. La política de Eisenhower ha contribuido a estabilizar el régimen de Fidel Castro. (La afirmación que niega fue recogida por AP, UPL PL, The New York Times y otras agencias noticiosas mundiales.)
Nixon: Kennedy tiene una actitud derrotista respecto a Cuba. Pero los Estados Unidos defenderán su posición allí, y específicamente defenderán la base naval de Guantánamo si ésta es atacada.
Kennedy: Estados Unidos permaneció indiferente hacia América Latina hasta que se presentó en el panorama mundial el caso de la revolución cubana. (A continuación criticaba la ayuda prestada por el gobierno de Eisenhower al ex-dictador Batista.)
Este tema mantuvo su presencia en lo cotidiano del cubano, a través de los medios de difusión y en espacios de debate por la incidencia que podía tener para Cuba, aunque en muchos espacios se decía que no habría grandes diferencias entre esos candidatos porque ambos se movían en el odio respecto a Cuba.
El resultado de las elecciones de noviembre de 1960 fue comentado también en diversos medios. Según Daniel Hernández, de Prensa Latina, el triunfo de Kennedy fue “un voto de censura —aunque no categórico ni terminante— contra el equipo Eisenhower-Nixon-Dulles,” por haber llevado al país a “potencia de segundo orden”, aunque no afectaba la esencia del “modo americano de vida”. También se tenía en cuenta la posición que habían sostenido respecto a Cuba en la campaña. El autor afirma que nadie espera un cambio “espectacular” en la política norteamericana. “donde los dirigentes revolucionarios creen más en el «poder disuasivo» de las milicias populares, que en las palabras de dos candidatos apremiados por el tiempo.” [4]
Como puede observarse, en dependencia de los contextos, el tema Cuba ha estado presente en las campañas electorales de los Estados Unidos, así como esos comicios y sus resultados han sido de interés para la Isla, bien por la dependencia neocolonial establecida que creaba expectativas acerca de la política que seguiría con Cuba el nuevo presidente, o bien por la agresividad posterior a 1959, que ha implicado medidas agresivas. Por tanto, esos comicios siempre concitan interés en nuestra isla, por razones diversas y, de igual forma, Cuba ha sido parte de los discursos de contienda en dependencia de los contextos y la utilidad del tema en la confrontación.
[1] Bohemia, 29 de diciembre de 1957, A. 49, No. 50, p. 99.
[2] Reproducido por Roberto González Gómez: Estados Unidos: doctrinas de la Guerra Fría 1947-1991. Centro de Estudios Martianos, La Habana, 2003, pp. 48’49
[3] Bohemia, 16 de octubre de 1960, A. 42, No. 41, p. 32.
[4] Bohemia, 20 de noviembre de 1960, A. 52, No. 47, pp. 71-72.