Cada nuevo proyecto del reconocido pintor doctor Honoris Causa Erik Varela Ravelo, trasciende como un salto, un auto desafío estético, dentro de un vasto universo artístico que se caracteriza, en primer orden, por una contundente libertad creadora que se impone a todo tipo de canon, patrón o tendencia. Su arte, constante, fiel, enigmático, consecuente e inagotable, fluye sobre el lienzo o la cartulina como exteriorización de íntimas emociones apoyadas en la expresividad del color, y en las más diversas manifestaciones psicológicas individuales.
Erik ratifica su condición inalterable con respecto a “su concepción” sobre el arte abstracto y la figuración abstraccionista. Su arte se nutre de los elementos más precisos de la pintura: línea, valor, luz, color, con una actitud que recrea lo esencial de la existencia humana en toda su extensión, mediante una manera muy particular de trabajar símbolos —sombrillas, Malecón habanero, el Mar Caribe…— y un recurrente interés por reconocer a la sociedad y al medio urbano que le rodea.
En sus pictografías sobresale el uso de los colores contrastantes, saturados, brillantes y cálidos, y el despliegue pictórico sobre todo el cuadro, para convocar a disfrutar de sus fábulas, narraciones e historias.
El tema del arte abstracto es la vida, pero la vida como totalidad, no reducida a su anécdota ni a su alegoría, ni siquiera a su símbolo. Esa premisa prevalece en el conjunto pictórico de este artífice que justamente mediante este estilo —a veces geométrico, otras constructivista— dio sus primeros pasos dentro del arte para no renunciar a este, de una forma u otra, en la realización de sus cuadros. De tal modo, las manchas, chorreados, líneas y la difusión de los colores pueden aparecer en sus figuraciones tanto en los fondos, los contornos o inmersos dentro de sus narraciones las cuales se caracterizan por la búsqueda constante de ideas, y así concluir, en cada entrega plástica, un trabajo diferente. No es posible encontrar repeticiones, autocitas o copias en el extraordinario conjunto de toda su producción artística.
Erik continúa su enjundioso propósito de reinterpretar su (nuestra) realidad. En sus cuadros de grandes y medianas dimensiones, refleja la infinitud existencial del hombre contemporáneo que, para el artista, los sonidos, los olores, las gentes, el tacto, los movimientos, las luces, el agua… en fin, la materia y el espíritu todos, pretendiendo, quizás, “inventar” lo extraordinario sacándolo de la nada, o del todo. En esa intención, la imaginación del pintor es sorprendentemente extraordinaria y rica en valores estéticos.
En su creación, tanto la abstraccionista como la abstracto-figurativa y la figurativa, respectivamente, este pintor tiende a sustituir todo el universo que le rodea por un lenguaje visual autónomo, dotado de sus propias significaciones. Y es que su discurso pictórico lo conforma sobre la base de metáforas de la realidad, las cuales elabora mediante un riguroso criterio de disciplina y autoexigencia artísticas.
En menos de diez años, Erik ha logrado superar etapas y consolidar un arte que trasciende ya dentro del complejo y variopinto panorama de las artes visuales en Cuba.