Presión migratoria extrema

Presión migratoria extrema

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Cada 45 minutos muere una persona en la peligrosa ruta atlántica desde las costas africanas hacia Canarias, según dio a conocer a fines de agosto Alfonso Cabello, portavoz del Gobierno canario.

 

Sus abuelos fueron colonizados, ellos son repudiados por muchos de los europeos. Foto: Onda cero

Ese mes miles de migrantes intentaron cruzar la frontera desde Marruecos hacia la Ciudad Autónoma de Ceuta (España), incluidos cientos de jóvenes que pretendieron sortear los controles a nado, según informaron las autoridades españolas.

Cristina Pérez, delegada del Gobierno español en Ceuta, declaró a la prensa que desde el 22 de agosto una media de 700 personas de manera irregular lo  intentaron,  con un máximo de 1,500 el último domingo de ese mes.

Aunque el número de inmigrantes que arriba a Ceuta representa solo una pequeña proporción de las más de 31.000 llegadas irregulares a España este año, Pérez señaló que la ciudad se encuentra bajo «presión migratoria extrema».

Sin embargo, no especificó cuántos no lo habían conseguido, pero indicó que las autoridades estaban expulsando de regreso a Marruecos entre 150 y 200 personas por día.

La isla de El Hierro, un territorio de 268 kilómetros cuadrados situado a 1.000 kilómetros de las primeras costas de la península ibérica, se ha convertido en el símbolo de la crisis migratoria en España. En un año, la isla recibió en sus costas a más de 14.000 migrantes, contando solo con menos de 10.000 habitantes y solo 3 municipios.

 

Víctimas, antes y ahora

Las islas Canarias enfrentan una presión migratoria que las autoridades son incapaces de darle solución por los problemas que han creado ante la extraordinaria cifra de nuevos “inquilinos”.

Más de 22.000 personas vinieron por mar, cifra que augura un récord anual, lo cual ha desencadenado situaciones como la falta de alojamiento para los menores de edad. Organizaciones humanitarias ya hablan de «colapso estructural permanente» en la capacidad de acogida.

Los datos desde el 1 de enero, publicados  en el informe Inmigración Irregular 2024 del Ministerio del Interior canario, consignan que el número de inmigrantes llegados en lo que va de año ya es prácticamente igual al registrado en todo el 2022.

Aunque la cifra aún está lejos del total de 2023, cuando 56.852 personas arribaron al país, el ritmo actual hace probable que tal cifra se supere, según el documento.

 

Una muestra de cualquiera de los arribos. Foto: EFE

Los migrantes proceden principalmente de Mali, Marruecos, Senegal, Gambia y Mauritania. La del Atlántico sigue siendo la ruta migratoria más mortal, con más de 4.800 muertes registradas este año, según estimaciones de las ONG.

 

La UE tiene otras preocupaciones

Situado en el Océano Atlántico, frente a las costas del Sahara Occidental, el archipiélago está recibiendo el 71,59% del flujo que llega a España por vía marítima y terrestre: 22.304 personas del 1 de enero al 15 de agosto.

 

Hay que tener suerte para poder llegar. Foto: Sputnik mundo

Semejante volumen supera las capacidades locales para auxiliar, atender y acoger a todas estas personas, especialmente a menores de edad, que no siempre llegan acompañados por alguno de sus progenitores.

El portavoz del Gobierno de Canarias, Alfonso Cabello, subrayó  ante la prensa la urgente necesidad de que la Unión Europea se implique en mayor medida en la situación.

En su carta a la presidenta de la Comisión Europea, Von der Leyen, el presidente del Ejecutivo canario, Fernando Clavijo, sostiene que «Europa debe volver a mirar hacia su frontera sur. No puede permanecer ajena. La inacción es contraria a esa identidad europea conformada como el mayor espacio de seguridad, libertad y bienestar”.

 

Solo una ola y se acaba la peligrosa aventura. Foto: BBC

Y se pudiera agregar que mirar a la frontera Sur sería lo mínimo que pueden hacer países que en su momento colonizaron a sangre y fuego  a poblaciones enteras por su ambición de riquezas y que sus descendientes están ahora en el deber de ayudar a los que ayer fueron y siguen siendo víctimas.

Quizás su extrema preocupación y ayuda a otra frontera, esta vez geopolítica, Ucrania, no les permita atender con más seriedad una crisis humanitaria que recibe millones de euros, lo que cuestiona el discurso político y evidencia cuáles son los verdaderos intereses de la actual Unión Europea.

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