Con el tradicional repique, que además anuncia la próxima celebración del segmento de alto nivel de la Asamblea General, el organismo reclama la necesidad de deponer las armas e impulsar, en cambio, una cultura de paz frente a desafíos sin precedentes.
La Campana, ubicada en el privilegiado jardín japonés de las instalaciones del organismo, se convirtió en todo un símbolo de advertencia sobre las consecuencias de las guerras.
El instrumento se fundió con monedas donadas por los delegados de 60 naciones que asistieron a la XIII Conferencia General de la Asociación de Naciones Unidas (UNA), celebrada en París, Francia, en 1951.
En su costado, ocho caracteres japoneses enarbolan la frase: Larga vida a la paz mundial absoluta.
La Campana se encuentra en una estructura de madera de ciprés japonés que recuerda a un santuario sintoísta tradicional y repica dos veces al año: el primer día de primavera y en la fecha cercana a este Día Mundial.
La fecha mundial fue establecida por la Asamblea General de las Naciones Unidas desde 1981.
Sin embargo, dos décadas más tarde el foro decidió por unanimidad designarla también como una jornada de no violencia y alto el fuego.
La campaña este año recuerda que la paz no solo es la ausencia de conflictos, sino que también requiere un proceso positivo, dinámico y participativo en el que se promueva el diálogo y se resuelvan los conflictos con espíritu de entendimiento y cooperación mutuo.
“En un mundo con crecientes tensiones geopolíticas y conflictos prolongados, es más necesario que nunca recordar la reunión de la Asamblea General de la ONU en 1999 para establecer los valores necesarios para una cultura de paz”, reconoce al respecto el portal web del organismo.
Entre ellos figuran el respeto a la vida, los derechos humanos y las libertades fundamentales; el fomento de la no violencia mediante la educación, el diálogo y la cooperación y el compromiso con la resolución pacífica de los conflictos, entre otros.