La realización de las rendiciones de cuenta del delegado a sus electores a partir del próximo 20 de septiembre será un momento significativo en el país para pulsar las insatisfacciones y los avances en la gestión de los gobiernos municipales y sus representantes, así como para la búsqueda de soluciones colectivas que puedan surgir desde las propias comunidades ante las crecientes dificultades cotidianas que enfrenta la ciudadanía.
No podemos olvidar que este será el primer proceso de este tipo en el actual mandato de las Asambleas Municipales del Poder Popular que comenzó en diciembre del 2022, por lo cual constituye una verdadera iniciación para un alto porcentaje de delegados (cerca del 50 %), que fueron renovados en aquellas elecciones.
Luego de casi 20 meses desde la constitución de esos órganos de gobierno local también fue preciso cubrir cargos vacantes de delegados en alrededor de 50 circunscripciones en marzo último, lo cual da otra idea de las difíciles circunstancias en las que desempeñan sus funciones quienes hoy integran este eslabón básico del sistema democrático cubano.
Las mayores atribuciones y responsabilidades que la Constitución del 2019 confiere al municipio, como estructura gubernamental, presuponen una activa participación de sus Asambleas y Consejos de la Administración Municipales en la conducción económica y social de cada territorio, para lo cual resulta esencial la comunicación directa del electorado con sus representantes.
Múltiples iniciativas se adoptaron durante este período para tratar de fortalecer la presencia del delegado en su circunscripción, sobre todo en los momentos y lugares de mayores contratiempos, pero las asambleas de rendición de cuenta constituyen un mecanismo insustituible en ese diálogo directo con la población.
Las serias restricciones materiales que hemos padecido en los últimos tiempos como consecuencia del bloqueo y de nuestras ineficiencias han provocado impactos muy negativos en la mayoría de los servicios básicos que disfrutamos, lo cual posiblemente emergerá con fuerza en estas reuniones con los delegados.
No obstante, hay que insistir en la importancia de concertar iniciativas comunitarias para aliviar esos problemas, a partir de una mejor organización y aprovechamiento de los recursos disponibles en los municipios. Las respuestas formales y conformistas de los organismos e instituciones ante los planteamientos de la población no son aceptables ni pueden ser aceptadas, incluso cuando objetivamente pudiera no haber una solución completa en la coyuntura actual.
Se requiere, por tanto, de una mayor exigencia sobre el manejo de los presupuestos locales, cuya elaboración, discusión y control periódico y público todavía no tienen la efectividad que se requiere para un ejercicio de gobierno más transparente y participativo.
La creación de nuevas empresas estatales municipales, el impulso a los llamados proyectos de desarrollo local y la participación creciente de los actores económicos no estatales en la dinámica territorial, son nuevas posibilidades con las cuales pueden contar los gobiernos en ese nivel para concretar sus estrategias de desarrollo, en la medida en que logren involucrar más a los delegados y a sus electores en la toma de decisiones.
Las carencias materiales, las restricciones en las inversiones y el deterioro de las infraestructuras afectan hoy a la mayoría de nuestros barrios, pero no se deben reducir las asambleas de rendición de cuenta a repasar y alertar sobre estas deudas imposibles de desconocer.
Hay que aprovechar también la oportunidad para favorecer liderazgos, reconocer resultados, motivar a toda esa gente buena y entusiasta que en medio de este escenario han sido capaces de empujar iniciativas, ya sea desde las organizaciones de masas o por destacados actores comunitarios individuales.
Será una buena oportunidad, además, para mover las conciencias en función de actuar ante problemáticas urgentes que afectan a adolescentes y jóvenes, personas adultas mayores y otras familias e individuos que pueden estar atravesando por situaciones muy duras, y cuyo alivio no pocas veces queda en manos de la comunidad, cuando se fomentan y canalizan acciones colectivas de ayuda y solidaridad. La cuestión está entonces, para los delegados y sus electores, en rendir cuenta y no rendirse jamás.