Es mediodía en el taller de tránsito de Ómnibus Nacionales de La Habana y Adonis Matos Domínguez tiene, como todos los días, una movida jornada de trabajo.
En este lugar se presta servicio a los ómnibus de provincia que están en La Habana y muchas veces a los de la propia capital. Bien lo sabe Adonis, el jefe del grupo de Operaciones en Tránsito en la estación central.
“Aquí revisamos todos los buses que llegan a la estación y los preparamos para el retorno a su base. Cuando el carro arriba le revisamos la parte técnica, los fluidos, dirección, los neumáticos, para que estén en condiciones de salir”, explica.
Once años ha dedicado Adonis a esa tarea, sin embargo, cada término le resulta familiar desde mucho antes, porque a Ómnibus Nacionales le ha entregado estas últimas dos décadas de vida.
No han sido pocos los retos, comenta, sobre todo en la actualidad, ante la compleja situación económica en el país. “Las principales problemáticas de los ómnibus son los filtros del sistema de alimentación que hacen al combustible llegar al motor en óptimas condiciones. El nivel bajo de ese combustible en los tanques hace que los filtros se tupan y ocasionen muchas averías”.
A pesar de los obstáculos, asegura Adonis, “aquí se hace de todo para que esos ómnibus retornen a brindar servicio a la población. Siempre intentamos que vuelvan a funcionar”.
“Trabajamos en función de la población, contamos con algunos equipos que nos ayudan mucho y gracias a eso reparamos cuanto podemos para seguir utilizando las piezas y poner los carros disponibles”, explica.
Por ejemplo, los viajes más extensos, como los de Guantánamo u Holguín, tienen un término de 12, 16 o 24 horas de descanso, lo cual les da cierta capacidad para terminar la revisión de los ómnibus. “Te aseguro que los atrasos no pasan de dos o tres mensuales, porque trabajamos con muchas fuerza y ganas para que el servicio salga en tiempo. De hecho, aquí se trabaja 24 horas, por turnos rotativos”, afirma.
De la mente de Adonis no escapa la realidad que se vive en nuestro país con los accidentes de tránsito. Sentimentalmente, a todos los trabajadores les afecta mucho, dice, porque los conductores son sus compañeros y porque las personas que a veces tienen esos accidentes pueden ser familiares de algunos de ellos. “Pero, además, es un ómnibus que, por lo general, se pierde. Es uno menos que puede trabajar y prestar servicio a la población”, agrega.
La dinámica laboral en estos años es la de una familia, explica Adonis: “ (…) aquí estamos comprometidos unos con otros, hay unión y sentimos la necesidad de dar lo mejor a la población. Quizás no contamos con el 100 por ciento de las piezas necesarias, más tratamos de hacer lo mejor posible”.
El ruido de los ómnibus se siente de fondo en la conversación con Adonis. Es este, asegura, su ambiente natural. Lleva 23 años dedicado al transporte y no duda en decir: “de aquí no pienso irme, simplemente, porque me gustan las guaguas. Es lo que me motiva todos los días a ser mejor, a ser diferente. Es una tarea que te entra en la sangre”.