Cargando...¡Mira que en 55 años de trabajo Dulce María Elers Bandera acumula diplomas, reconocimientos, distinciones…!
Pero no son tales cosas las que más satisfacción le causan. Mucho menos son el motivo para seguir, con 67 años, atada a la tiza y el borrador. Tampoco lo es el salario (aunque necesario) que junto a la “chequera” (se jubiló a los 60) oxigenan su economía de profesora recontratada en el preuniversitario Mario Maceo Quesada de la ciudad de Santiago de Cuba.
Para ella, a la usanza de Serrat, “son aquellas pequeñas cosas” las que la alientan a continuar impartiendo Matemática, y preparando estudiantes para las pruebas de ingreso, con resultados que tocan el cielo, como en este 2024, con el ciento por ciento de aprobados.
“Gracias, profe, si no fuera por lo que me enseñó de número complejos jamás hubiera aprobado el primer examen en esta universidad”, le escribe la alumna que ganó una beca en Italia.
“Ni se imagina cómo me han servido sus clases de estadísticas para ejercer la medicina”, le comenta en plena calle alguien a quien apenas logra reconocer de lo espigado que está.
“Bendiciones, maestra, mi hijo terminó el pre porque usted no se cansó de repasarlo hasta que por fin aprobó”, son los deseos de una madre para Dulce.
Cada frase es soplo de vida, así de literal.
“Sólo lo entiende quien siente pasión por lo que hace, sea cual sea su oficio o su profesión”, comenta con el habitual tono pausado y bajo de su voz.
“No exagero cuando le digo que he amanecido en el hospital, aliviando mi cervical, y he ido directo a la escuela para que no se pierda ningún turno”.
¿Qué se toma las cosas muy a pecho? Es verdad, lo confirman colegas y familiares, pero no por gusto ha sido una docente de excelencia, reconocida incluso como Mejor Profesora de Matemática a nivel provincial.
¿Qué se entrega sin medidas? También es verdad, lo conforma el rendimiento académico de sus alumnos, pero es por la mejor de las causas: educar; y lo hace con sumo rigor.
“Todos saben que yo soy muy estricta, no me ando riendo mucho, por no decir casi nada, y dentro al aula es disciplina y concentración lo que me gusta”.
Su talante de exigente tiene fama en el preuniversitario Mario Maceo Quesada y un poco más allá; aún así todos quieren caer en el aula de la profe Dulce, y los padres la buscan y le piden ayuda para sus hijos y ella la da gustosa, incluso fuera del horario docente.
La sola mención de su nombre es garantía de sólida formación en todo cuanto tenga que ver con la Matemática, en especial la Geometría y los teoremas.
Desde los 12 años, cuando desde su Songo-La Maya natal dijo sí al pedido de formar maestros en Cuba, Dulce —profe de primaria, de secundaria y finalmente de pre— mantiene intacta a pasión por lo que hace, con fuerzas suficientes para sumar otro septiembre a su vida y multiplicar un nuevo curso escolar.
