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Complejo Panamericano de La Habana del Este: La desidia golpea al tiempo

Esta historia reportó un duro proceso de escritura. Es una investigación emocional donde se tocan las entrañas de un asunto doloroso. Toda su armadura puede rastrearse desde el dolor de los hechos, cuando comenzaron a san­grar: porque todavía está atorado en los días grises de un pasado que se empeña en seguir presente. Intentas cerrar los ojos para aclarar las ideas, mas no quieres ¡no puedes! Necesitas y te urge escribir… con celeridad. Te hablan y escuchas. Escribes con fu­ria y escribes.

En los alrededores del Estadio Panamericano se observan las altas hierbas y lo tupido de la vegetación. Foto: José Raúl Rodríguez Robleda

Las líneas también las escribe el tiempo, que se mira al espejo y se ve pasar, desperdiciado, porque todo está como hace un año. El tiem­po sabe que la noche no será eterna, aunque los bombillos no brillen y la hierba resulte cómplice de la malicia, aunque algunos giren la cabeza ante una realidad que se desborda en for­ma de casas “artesanales” construi­das con los manuales de la urgencia. El tiempo sabe que se le acusa de des­tructor, sin embargo, a veces prefie­re fantasear con la esperanza de un porvenir con más luz. Nadie lo puede culpar por eso.

El espíritu del dolor

Un ambiente hostil preocupa en la zona de los Tres Picos: La Monumen­tal, los pasos aéreos, la oscuridad, el sexo por dinero, el asalto, «los paju­zos»… Por allí caminan los karatekas cuando van de la Escuela de Comba­te Ramiro Chirino hasta la Escuela Superior de Formación de Atletas de Alto Rendimiento (Esfaar) Giraldo Córdova Cardín. Una película de te­rror, dicen algunos.

Foto: José Raúl Rodríguez Robleda

 

Foto: José Raúl Rodríguez Robleda

La escena es propicia para que pase lo peor. En vacaciones todo está algo más tranquilo, pero septiembre traerá nuevas preocupaciones y ma­los recuerdos que obligan a tomar precauciones.

Eugenio Alberto Hernández, director de la Escuela de Combate Ramiro Chirino. Foto José Raúl Rodríguez Robleda

“Los muchachos han rebasado la situación bastante bien. La psicóloga ha trabajado y está con ellos cons­tantemente. Los he visto evolucio­nar, inclusive han tenido resultados en competiciones”, afirma Eugenio Alberto Hernández, director de la Escuela de Combate, en referencia a los hechos de asalto y violación que sufrieron los atletas. Aunque sabe que los culpables están siendo pro­cesados, recalca que el tránsito de la Esfaar a la Escuela de Combate es complicado.

“No tiene iluminación. Tomamos la medida de que cuando se trasla­den lo hagan en grupos, sobre todo en la tarde que el alumbrado es poco y cruzan por sitios oscuros. Hay pro­blemas ahora con la chapea y mucho monte alrededor”.

Landy Manuel Ruiz Acosta, entrenador de karate. Foto: José Raúl Rodríguez Robleda

Por su parte, Landy Manuel Ruiz Acosta, entrenador de karate, se muestra complacido con el pro­ceso de recuperación de sus pupilos; sin embargo, exterioriza preocupa­ciones similares.

“Seguimos con el adverso tema de las luces, de la inseguridad a la hora de los traslados del gimnasio a la escuela; eso aún es evidente. A cualquiera le puede ocurrir un he­cho desagradable y no es lo que que­remos.

“Hace poco, a finales de mayo o junio, había exhibicionistas. Lo peor es que intimiden a los muchachos y vuelva a pasar algo doloroso”, co­menta Landy, y apunta que en una ocasión los varones se armaron con palos para ahuyentar a esos indivi­duos.

“Hay robos por la zona y nuevos asentamientos ilegales. Todo eso se ha llenado de una delincuencia te­rrible. Generalmente, cada vez que se da un hecho delictivo, son del área. El último fue en las canchas de tenis. Donde único no se han dado es en la escuela nuestra”, ma­nifiesta Alberto Hernández, quien tomó la alternativa de pluriemplear trabajadores para suplir la ausen­cia de los cuatro custodios que de­bería tener.

Parte trasera del velódromo. Foto: José Raúl Rodríguez Robleda
Vladimir Piñera, director del Velódromo Nacional
Reinaldo Paseiro. Foto: José Raúl Rodríguez Robleda

Similar situación aún no se re­suelve en el Velódromo Nacional Reinaldo Paseiro. “Se mantiene el déficit de custodios. El bajo salario lo complica. Las otras circunstan­cias tienen que ver con el cercado perimetral, el enyerbamiento y la nula iluminación que rodean el área, ahora en peores condiciones”, cuenta Vladimir Piñera, director de esa ins­talación, que acude a sus trabajado­res para reforzar la vigilancia.

Uno de los aspectos en los que más insisten resulta el de los recorri­dos de patrullas. “Hicimos una coor­dinación con la policía del munici­pio. Los carros vienen por el día y en algún momento en la noche. No to­dos, pero vienen. Ese recorrido se ha mantenido. Hay días que no, aunque es una prevención”, expone Piñera.

Sin embargo, Ruiz Acosta señala que al ser tan espaciados los patru­llajes, no hay garantía de que no se cometan delitos.

 

Palabras versus hechos

“A raíz de lo ocurrido el año pasado se hizo un trabajo multidisciplinario en el que vinieron los de prevención, los directores de las escuelas y tra­zamos tareas destinadas a la protec­ción de trabajadores y atletas.

Nildee Molina Secada, subdirectora de la Esfaar. Foto: José Raúl Rodríguez Robleda

“De esas reuniones surgieron acciones. Unas se materializaron y otras no. Por ejemplo, resultaron más frecuentes los recorridos de la policía y se reforzó la guardia obrera, aun­que persite la oscuridad de la zona, que nos afecta, porque está despo­blada y varios trabajadores acceden al centro en la madrugada”, explica Nildee Molina Secada, subdirectora de la Esfaar.

Molina Secada resaltó que no se concretó la propuesta de que los ómnibus urbanos pararan cerca de las instalaciones, y que la empresa de seguridad envía muchachos del servicio militar que carecen de la madurez para interiorizar la labor que realizan.

José Ángel Ordaz Pacheco (se negó a ser fotografiado), intenden­te del Consejo de la Administra­ción del municipio de La Habana del Este, asegura que, luego de los lamentables hechos ocurridos el pasado año, tomaron medidas que equilibran responsabilidades.

“Nos correspondía la chapea de las áreas, que dentro de las po­sibilidades se ha ido realizando y se mantiene en mejores condiciones, porque es verdad que existía un en­yerbamiento bien alto”, argumentó el funcionario y añadió que adop­taron medidas relacionadas con los recorridos policiales, acciones che­queadas en dos momentos con la Es­faar; y las personas que estaban de guardia veían una sistematicidad. Sin embargo, algunos trabajadores y vecinos de la zona no coinciden con ese parecer.

Carlos Coello, exatleta que re­side cerca y entrena en el áreas de la escuela, comentó que continúa la falta de iluminación, la hierba alta y que las guaguas no bajan hasta la entrada. Igualmente, ha escuchado sobre intentos de asalto.

Varios trabajadores del centro, que prefirieron el anonimato, aplau­dieron la mejoría en el cercado pe­rimetral, pero reconocieron que aún es insuficiente, puesto que el nulo alumbrado e incremento de los asen­tamientos, pone más tensión a sus jornadas laborales.

“¿Tan difícil es? ¿Qué tanta ener­gía eléctrica van a demandar quince o veinte bombillos? Es por la segu­ridad de las personas. Cuando vas a otros lugares se botan los recursos… y no pasa nada. ¿Cómo una institu­ción de referencia, unos atletas que defienden el país, no van a tener un mínimo de seguridad? ¿Qué vamos a esperar? ¿Que nos maten a un atleta? Se ha incrementado la violencia y no la vamos a poder contener”, esgri­mió Ruiz Acosta.

“El alumbrado público del área está en un plan de inversión, aunque llegó a restablecerse en un tramo de La Monumental; hay apagados un grupo de bombillos, otros se los han robado. Todo está en un plan de in­versiones por el que no respondemos directamente”, asevera Ordaz, quien dice no haber recibido más reportes de robos.

 

Foto: José Raúl Rodríguez Robleda

 

Foto: José Raúl Rodríguez Robleda

“En la escuela hemos puesto re­jas en diferentes lugares para pro­tegernos de hechos delictivos. En la sede central no hemos tenido tantas dificultades como en las canchas de tenis y el Estadio Panamericano, donde hemos frustrado varios inten­tos”, expone Molina Secada, mien­tras alerta sobre la proliferación de asentamientos ilegales que complejizan más el contexto, pues ciertos elementos sustraen todo lo que está a su alcance.

“A nivel del Consejo de la Ad­ministración nos tocaba hacer reu­niones profilácticas en barrios ale­daños al lugar de los asentamientos. Se hizo tanto en Berroa como en la zona de El Contingente, que está detrás del complejo. La comisión de prevención estuvo en función de eso. Se ha seguido atendiendo a la comu­nidad de tránsito que hay en el área”, agregó Ordaz.

Yoan Carlos Riverí. Foto: José Raúl Rodríguez Robleda

 

Foto: José Raúl Rodríguez Robleda

A escasos 300 metros de la parte trasera del Velódromo y el complejo de piscinas se erigen nuevas casas improvisadas. Yoan Carlos Riverí habita una de ellas, junto a su mujer e hija recién nacida. Cuenta que vive ahí hace poco más de siete meses y ha escuchado de algunos asaltos y robos en la zona. Manifiesta que no ha ido nadie del gobierno ni del Par­tido, ni ha escuchado de las supues­tas charlas realizadas.

Esta es la misma experiencia de José Luis Gamoneda, entrevistado en la primera parte del reportaje, quien insiste en que jamás ninguna autoridad ha estado allí, incluida la policía.

José Luis Gamoneda. Foto José Raúl Rodríguez Robleda

La oscuridad del asunto ahoga vestigios de solución definitiva. El tiempo se hace viejo, deja ver sus arrugas y pasa. Sabe que esta his­toria la componen un buen manojo de imágenes, donde la desidia y el peligro se abrazan como viejos cono­cidos. Su alianza afila y esconde un montón de emboscadas, que amena­zan vidas humanas.

Encuentre la primera parte del reportaje Donde anida la desi­dia en www.trabajadores.cu

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