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AL PAN, PAN: Otro verano en TV

Si asumimos la abrumadora ma­rea de opciones audiovisuales disponibles para las grandes ma­yorías en los tiempos que corren, la programación especial para la etapa veraniega en la Televisión Cubana ha dejado de tener el im­pacto de hace algunos años.

Las dinámicas de programa­ción han cambiado significativa­mente. Varios canales transmiten 24 horas, hay señales especiali­zadas que complementan a Cu­bavisión (el canal generalista), y se nota menos la diferencia entre una etapa y otra, más allá de los mensajes promocionales.

Quizás el declive del entusias­mo por una propuesta especial para los meses de julio y agosto obedezca a la estandarización: son pocos los nuevos programas, se re­piten las lógicas de años anterio­res, y no se prodigan los espacios para la experimentación.

De hecho, la programación de verano era como la plataforma de lanzamiento de proyectos no­vedosos. La carencia de recursos para grandes producciones y cier­ta abulia creativa, homogenizan el panorama ahora mismo.

Queda aprovechar el esquema que ha probado su efectividad: los programas cinematográficos, los estrenos de dramatizados unitarios nacionales y las series extranjeras, particularmente en Multivisión.

No obstante, cuando se resta­blezca la programación habitual en septiembre prácticamente no se notará el tránsito.

La propuesta más ambiciosa ha sido el programa del sábado en el horario estelar de Cubavisión: Aquí con Roclan. Hay que aplau­dir la apuesta (y el esfuerzo) de la Televisión Cubana por el formato del gran espectáculo, que respon­de a los reclamos permanentes de la teleaudiencia.

De acuerdo, Cubavisión nece­sita un show para los sábados (y no solo para los sábados)… pero esta no parece la respuesta. Y no son prejuicios ante el decidido én­fasis en la pirotecnia o la marca­da personalización… es cuestión de la manera en que se concretan esas fórmulas.

 

Hizo falta más asesoría

En el estilo de presentación hay cierto regusto formalista —como si se tratara de un antiguo es­pectáculo circense— que tiende a banalizar las indudables cre­denciales artísticas de los invi­tados. Pareciera que la parafer­nalia fuera más importante que los aportes de los entrevistados al diálogo.

Se ha partido de claras jerar­quías culturales, pero en alguna manera se diluyen ante la mare­jada de lentejuelas y la grandilo­cuencia trivial.

Ha faltado enjundia… que no tiene que ir en contra de la espec­tacularidad.

Lo mejor ha sido la posibilidad de apreciar el arte de prestigio­sas figuras de la cultura cubana… pero el entramado se resiente, pese al entusiasmo y las buenas inten­ciones de los realizadores.

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