Nos ha pasado a todos. Entre la dinámica diaria de comprar un producto necesario, la poca costumbre de examinarlo como se debe y la escasa variedad dentro del mercado cubano, muchas veces nos fijamos solo en el precio y casi nunca en la fecha de caducidad o vencimiento de lo que nos llevamos a casa y luego cocinamos, ingerimos o usamos como medicamento.
El fenómeno es nacional, peligroso y se impone tomarlo con seriedad. Más ahora, cuando las formas de comercialización más extendidas ante la falta de oferta estatal son los nuevos actores económicos: mipymes, cooperativas no agropecuarias (CNA) y trabajadores por cuenta propia (TCP), que importan alimentos y medicamentos para vender en el mercado interno.
No son pocos los ejemplos que podemos mencionar: Leche en polvo, galletas dulces para los niños, refrescos, harina, salchichas, puré de tomate, pastillas, pomadas y un largo etcétera, que en dependencia de su fecha de expiración, tal y como lo concibió el fabricante, puede desatar reacciones entre los consumidores como brotes de diarreas, intoxicaciones u otras complicaciones de salud, que pueden impactar a nivel social en dependencia de la utilización masiva en una determinada localidad, municipio o provincia.
¿Y la culpa? Aquí, a diferencia de la canción del grupo Buena Fe, sí está ubicada con nombres y apellidos. A la par que se inspeccionan pagos de tributos y demás papeles en orden, también se debería ser más riguroso con este tema por lo que pudiera repercutir en una situación epidemiológica de mediana o grandes proporciones. Por supuesto, en este análisis hay otras variables.
En numerosas ocasiones los actores económicos mencionados compran en el exterior los productos más baratos, que dicho sea de paso, tienen esos precios porque están próximos a vencerse. Luego, el tiempo que demora la importación a nuestro país conspira de nuevo en contra y a la hora de ponerlo en venta sucede el fenómeno descrito. En Cuba pocos reparamos en revisar eso, una costumbre que a nivel internacional sí existe e incluso con severas medidas para mercados minoristas o mayoristas que incumplan.
¿Será el momento de ordenar esto junto con otras distorsiones que han sido identificadas? ¿Habrá que esperar un suceso triste o de gran escala desde el punto de vista de salud para tomar conciencia, tanto los compradores como los reguladores de la actividad comercial? De golpe un consejo: revise bien el producto y no se deje llevar por lo barato, pues le puede costar muy caro, pero muy caro para su salud.