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Círculos Sociales Obreros: Volver a sentirnos dueños

Cada vez que mi centro laboral cumplía un aniver­sario, la primera idea era irnos a un círculo social obrero (CSO) a festejar, pero la nos­talgia por todo aquello me invadió cuando la pasada semana recorrí áreas principales de los CSO Ar­mando Mestre, José Luis Tassende y Otto Parellada de La Habana.

Solo dos mesas eran ocupadas en el CSO Armando Mestre al momento de la visita de Trabajadores. Es menester la acción sindical para que no se pierdan estas opciones. Foto: Jorge Luis Sánchez

También sentí algo más que consternación al ver lo que queda de los CSO Braulio Coroneaux, del José Ramón Rodríguez y del Julio Antonio Mella, por solo citar tres de aquellas espléndidas instalaciones, muchas de las cuales hoy albergan, cuando menos, la desidia multiplica­da por el abandono.

Hasta el triunfo revoluciona­rio de 1959 tuvieron nombres tan rimbombantes como Havana Yacht Club, Casino Español, Club Náuti­co, Miramar Yacht Club o el Veda­do Tennis, entre otros, y constituían exclusivos emporios privados para la recreación y esparcimiento de las clases adineradas, donde, ni por asomo, podían participar los traba­jadores.

De entonces a la fecha, bajo distintas modalidades organiza­tivas —siempre con la égida del movimiento sindical— los círculos transitaron con gloria ascendente y se erigieron como escenario ideal para el reconocimiento, el jolgorio, la recreación y el desarrollo de muy diversas actividades sindicales y la­borales. Cualquier trabajador podía sentirse dueño de esos espacios.

Claro, no todo fue color rosa, pues, entre otras ideas, ganó fuer­za la de pasar dos de esos centros, el José Ramón Rodríguez y el Julio Antonio Mella, a la parrilla de la inversión extranjera y, con los di­videndos, apoyar con recursos a los otros. En la actualidad, por el difícil estado constructivo de ambos, pare­ce desechada la intención.

Los tiempos y las circunstancias han cambiado. Van quedando pocos círculos; los tantos servicios que allí ofertaban se inclinan a la merma, y lo que es peor, disminuye, peligro­samente, la cantidad de visitantes a unas instalaciones que, en 1960, Fi­del puso en manos obreras.

 

La realidad de hoy

Néstor Ruiz García, director de la Empresa de Círculos Sociales, apuesta por la conversión de cada CSO en unidad empresarial de base (UEB). Foto: Jorge Luis Sánchez

Néstor Ruiz García es el director general de la Empresa de Círculos Sociales Obreros, subordinada al Grupo Empresarial del Comercio Interior de La Habana, pertenecien­te a su vez al gobierno de la capital del país.

“En noviembre del 2013 la Em­presa asumió 10 CSO. Hoy son solo siete, un balneario universitario y dos proyectos de desarrollo local”, nos dice.

El directivo informó que, se­gún los esquemas financieros apli­cados, estas instalaciones no tie­nen cuenta bancaria. “Todo lo que ingresan —precisó— se dirige a la cuenta única de la empresa, que asume los gastos.

“Compramos centralmente to­dos los productos y distribuimos a los círculos. El Gobierno nos apoya con algunos recursos, lo que incide en que los precios disminuyan y, aunque no llegan a ser los de antes, tampoco resultan los que impe­ran en el comercio minorista. “Por ejemplo, una ración de congrí cues­ta 20 pesos y 50 la cerveza de bo­tella (Cristal o Bucanero). El pro­blema, agregó, radica en el pollo, el cerdo, el pescado y otros cárnicos, pues tenemos que comprarlos a los no estatales o a empresas encade­nadas con esas formas de gestión, lo que tiende a elevar los costos. El subsidio que antes garantizaba el gobierno de La Habana, ya no existe”.

Elsa Guerra, subdirectora de la Empresa, indicó que, como norma, el compromiso es que cada persona, con su invitación, tenga derecho a un grupo de productos, incluido el llamado plato fuerte, “pero que en su conjunto no excedan los 600 pe­sos. A partir de ahí, cada cual con­sume según su economía personal”.

 

La conversión a una unidad empresarial de base

Sin duda, el esquema organizativo en los CSO conspira contra la efi­ciencia económica, lo que se traduce en bajos salarios y, por tanto, en el éxodo de muchos de sus trabajadores hacia sectores donde aspiran a mejo­res posibilidades.

También se erosionan el sentido de pertenencia y los mantenimientos constructivos a las instalaciones, no obstante el esfuerzo de sus colectivos disminuidos.

Pregunto a los directivos si han evaluado otras formas de obtener los productos y mejorar su gestión. “Hace un año —informa Ruiz Gar­cía— que estamos en el proceso de perfeccionamiento, aunque las de­más entidades del Grupo Empresa­rial lo iniciaron hace poco más de cuatro años. Una vez dado ese paso, los círculos pasarían a ser una UEB y tendrían independencia, con su cuenta bancaria para ingresos y gas­tos, gestionarían lo que necesitan, y podrían aplicar iniciativas que hoy no pueden poner en práctica”.

Hace solo unos pocos años era difícil encontrar espacio disponible a cualquier hora del día en el Ar­mando Mestre, el antiguo Ferrete­ro. Trabajadores llegó allí pasadas las once de la mañana, y solo dos mesas estaban ocupadas en la am­plia plazoleta, mientras unos pocos bañistas disfrutaban de la piscina.

En todas las áreas de cada uno de los círculos se puede pagar mediante el código QR de Transfermóvil, con la bonificación correspondiente. Foto: Jorge Luis Sánchez

En el José Luis Tassende, los trabajadores del poligráfico Gran­ma festejaban su día en el muy re­conocido ranchón. El resto de las áreas permanecían inactivas.

La mayor cantidad de personas disfrutando del verano las hallamos en las distintas áreas y playa del Otto Parellada, donde entre otros, recibí el criterio agradecido de Gei­sel Kube, médico del Hospital Her­manos Ameijeiras, y de sus familia­res: “El trato ha sido muy bueno”.

Geysel Kube, médico del Hospital Hermanos Ameijeiras, calificó como bueno el servicio en el Otto Parellada, considerado el centro que mejor aprovecha las capacidades de oferta. Foto: Jorge Luis Sánchez

En los tres lugares los directi­vos y representantes sindicales ex­plicaron que para cada día —con mayor incidencia los fines de se­mana— se distribuyen invitaciones para atender hasta 120 visitantes. “Si a la 1:00 p.m. no se completa ese cupo, entonces pueden acceder to­das las personas”.

 

Aspectos a mejorar con urgencia

1.- Antes los trabajadores podían afiliarse a su círculo correspon­diente. Hoy no existe tal afiliación, por lo que hay poca asistencia. Los trabajadores no se sienten dueños.

2.- Los CSO cubren su planti­lla solo al 48 %, algo que resiente el servicio que brindan.

3- Prácticamente no obtienen ninguna utilidad financiera, de ahí lo difícil de aumentar los bajos sa­larios. Además, como el pasado año incumplieron sus planes de ingre­so, no pudieron estimular salarial­mente a sus trabajadores directos.

4.- Existe poca información sobre lo que ofrecen los CSO, al punto de que muchos creen que están cerrados.

5.- Que cada círculo gestione su actividad financiera.

6.- Pérdida de ascendencia del movimiento sindical en la actividad y dirección de las instalaciones.

Ante las complejas condiciones por las que atraviesa la economía nacional resulta prácticamente im­posible rescatar en su totalidad el quehacer que por muchos años dis­tinguió a a estos centros. Sin embar­go, una pregunta me asalta: ¿Podrán los trabajadores de la capital sentir­se dueños, otra vez, de los círculos sociales?

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