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Antonio Guiteras, antimperialista consecuente

En este 2024 se cumplen 90 años de la preparación del nuevo proyecto revolucionario de Antonio Guiteras y, como parte de ello, la fundación de la organización Joven Cuba. Este actuar de Guiteras resulta consecuente con su trayectoria, en la cual la acción estuvo siempre en correspondencia con su pensamiento, con su concepción de la lucha enmarcada en objetivos de cambio, de transformación de la sociedad cubana con perspectivas claras, de manera que el joven revolucionario fue hombre de acción y de pensamiento coherente.

Las luchas universitarias frente a la dictadura de Machado marcaron su iniciación, allí vio a Mella en sus últimos momentos de combate en Cuba, participó en los actos de apoyo al líder estudiantil que protagonizaba una huelga de hambre y se integró al Directorio Estudiantil Universitario Contra la Prórroga de Poderes de 1927, en representación de la Escuela de Farmacia donde se graduó ese año. En 1931 se incorporó a planes insurreccionales, por lo que sufrió prisión por un semestre, y después continuó en esa línea en la provincia de Oriente. Ya en esa época se aprecia su proyección programática, a partir de un manifiesto de clara posición revolucionaria, pues contenía cambios que anunciaba desde la presentación, pues la destrucción de un régimen lleva implícita la creación de otro, para lo cual presentaba medidas de carácter social y político como nacionalización de servicios públicos (teléfonos, alumbrado eléctrico, gas, ferrocarriles y otros) que afectaban empresas estadounidenses, reparto de tierras del Estado, leyes  contra el latifundio, sufragio universal para hombres y mujeres cubanos, mayores de  21 años.[1]

Dentro de la trayectoria de Antonio Guiteras, su participación en el llamado “Gobierno de los 100 días” ha sido de lo más conocido, cuando asumió las secretarías de Gobernación, Guerra y Marina. Esos meses, entre septiembre de 1933 y enero de 1934, resultaron cruciales para entender las condiciones que debían garantizar la acción de un gobierno revolucionario, pues la heterogeneidad de tendencias, las vacilaciones y las grandes contradicciones con el jefe militar,  Fulgencio Batista, que determinaron la caída del gobierno desde conspiraciones que tenían al representante estadounidense como centro, fueron analizados por Guiteras en el artículo que publicó entonces en la revista Bohemia, bajo el título “Septembrismo”, donde plantea la necesidad de la unidad, de impulsar un programa común desde posiciones francamente antimperialistas, pues entendía que la raíz de nuestros males estaba en el dominio imperialista. Aquella experiencia, por tanto, estuvo en la base de proyectos posteriores.

Guiteras trabajó, a partir del golpe de Estado de enero de 1934, en la creación de una nueva organización revolucionaria. En un inicio fue la incorporación al Bloque Septembrista, luego fue la fundación de TNT, de línea insurreccionalista; pero en ese año 1934 fundó Joven Cuba, con un Comité Central y un Comité Ejecutivo Central como máxima dirección, y comisiones responsables de diferentes actividades o sectores como la obrera, la estudiantil, la femenina, de acción, de propaganda, entre otras. Era necesario crear una organización sólida, con bases programáticas y línea de acción definidas. En octubre se conoció su programa, redactado por una comisión agrupada en torno a Guiteras como líder. Este sería un documento esencial para comprender la línea revolucionaria que sostenía este “hombre de la revolución”, como lo caracterizó Pablo de la Torriente Brau.

El programa de Joven Cuba comenzaba con enunciados de líneas y propósitos, entre los cuales resulta fundamental el siguiente: para que la ordenación orgánica de Cuba en Nación alcance estabilidad, precisa que el Estado cubano se estructure conforme a los postulados del Socialismo. Entendía que, mientras esto no ocurriera, Cuba estaría abierta a la voracidad del imperialismo financiero. Esta es una primera definición, pero le sigue la consideración de época y posibilidades del contexto: las transformaciones de los pueblos están limitadas por realidades histórico-económicas de una parte, y realidades espirituales de otra; por tanto, requerían de posibilidades subjetivas y objetivas. A partir de esas consideraciones, se afirma que al estado socialista se llegaría a través de los ciclos más o menos breves en que se descompone el proceso historial.[2]

Después de afirmar que al Estado socialista se acercarían por sucesivas etapas, decía que el programa debía interpretarse como el trazado de la primera etapa. A partir de las reflexiones que esta afirmación implica, se expone el programa cuyo primer párrafo es bien preciso:

Se suscribe como esencial al credo antimperialista, a cuya luz se desenvolverá una política exterior e interior genuinamente cubana. Y puesto que la libertad de Cuba debe significar la independencia integral de su economía, la estructura nacional vendrá determinada por las fuerzas de la producción en cuyas manos se concentre la soberanía de manera que el poder político sea reflejo fiel del poder económico.

Era una declaración fundamental para exponer después las reformas que se proyectaban. Estas incluían lo político, jurídico, social, educacional, sanitario y lo económico, financiero y fiscal, es decir, todos los campos de la sociedad. La primera era la “Reforma política” y comenzaba por la política exterior, donde se hacía una afirmación inicial para desglosar las medidas a tomar: Se reafirmará la personalidad de Cuba. Esto se complementa con la introducción a la esfera económica: Bajo el principio de que la propiedad no es un derecho absoluto, sino una función social, se imprimirá orientación francamente nacional a la economía y se aprovecharán todas las oportunidades que faciliten o permitan realizar la socialización de los medios de producción.

A partir de esas concepciones, que sentaban las bases de lo que se proyectaba para la primera etapa de la revolución, se desglosan las medidas específicas en los diferentes campos de la sociedad. Entre las reformas en política exterior se plantea: denuncia de todo tratado o convenio internacional que perjudique a la nación; en lo económico aparece la nacionalización de las riquezas del subsuelo, la nacionalización o municipalización de los servicios públicos y la creación de la Banca Nacional bajo control del Estado, entre otras muchas.

Las medidas señaladas no eran las únicas, a estas se sumaban reformas muy significativas en otros campos que implicaban cambios sociales importantes como el voto electoral por todo ciudadano mayor de 18 años, con la especificación de que la mujer gozaría de iguales derechos que los hombres, a lo que se sumó la declaración de igualdad civil, económica y política de la mujer; también se planteó la reforma agraria, la creación de la Marina Mercante -propósito que siempre tuvo la oposición estadounidense-, la intensificación de la lucha contra el analfabetismo, facilitar la cultura universitaria a la población trabajadora y creación de sistema de becas para el perfeccionamiento profesional; pago por el Estado de un cuarenta por ciento de matrículas universitarias gratis, promulgación de un Código del Trabajo que regularía diversos aspectos como la jornada máxima, jornal mínimo, regulación del trabajo de la mujer y de menores, indemnizaciones por accidentes y descanso, jubilaciones, pensiones, entre otras muchas.

Era un programa de clara proyección antimperialista y con gran contenido social para esa primera etapa que se había definido. Como es bastante conocido, Guiteras estaba preparando un plan insurreccional, para lo cual había ya un grupo en México organizando la salida hacia Cuba, al que se sumaría el líder que salía clandestinamente de Cuba junto al combatiente venezolano Carlos Aponte. Una traición frustró ese propósito, por lo que fueron emboscados y murieron en la zona matancera del Morrillo, el 8 de mayo de 1935, cuando Guiteras tenía apenas 28 años.

Pablo de la Torriente Brau, al conocer ese suceso, escribió: “La muerte de Guiteras ha sido el golpe más rudo que se le pudiera haber asestado a la revolución (…). Desde el punto de vista político, el desastre retarda la revolución hasta fecha indefinida (…)”[3] Era el reconocimiento del lugar que tenía ese combatiente consecuente, que veía el futuro en el socialismo, pero que formuló el programa para la primera etapa de clara y decisiva posición antimperialista. Era, sí, un hombre de la Revolución.

[1] Hortensia Pichardo: Documentos para la Historia de Cuba. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1969, T II, pp. 533-536.

[2] Todas las citas del documento están tomadas de Olga Cabrera: Antonio Guiteras. Su pensamiento revolucionario. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1974, pp. 183-198.

[3] Pablo de la Torriente Brau. Cartas cruzadas. Editorial Pueblo y Educación, La Habana, 1990, p. 23.

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