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“La que da todo”

“Yo vivo aquí desde que nací, ya tengo 68 años y aunque trabajé como maestra desde los 15, nunca dejé de estar ligada a la tierra, antes de irme para la escuela llevaba mis chivos para una laguna, cerca, y los recogía cuando regresaba, los fines de semana ayudaba en lo que hiciera falta, ensartar tabaco, sembrar, cosechar…”

Carmita se define a sí misma como campesina, aunque los vecinos siguen llamándola “la maestra”, y en casa, “la gerente”. Foto: Pedro Paredes Hernández

Ángela del Carmen Ramos González, es socia de la cooperativa de créditos y servicios (CCS) Gervasio Hernández y reside en el consejo popular Las Taironas del municipio de Pinar del Río, productora de tabaco tapado, también incursiona en el de sol después del paso del huracán Ian y la pérdida de gran parte de sus plantaciones de guayaba, cultivo que la distinguía en el territorio.

“Lo importante es aprovechar la tierra, con arroz, frijoles, boniato, piña, ¿usted ve todo lo que tengo aquí? Yo no tengo que ir a la ciudad a buscar nada, crío pollos, cerdos y de esos, saco la manteca, aquí hay matas de mango, mamoncillo, ciruela, uvas, ajíes y hasta café, me encanta cosechar lo que nos vamos a comer.”

Casada hace 48 años, madre de dos hijos una hembra y un varón, la vida de la familia se teje alrededor de la vega que les propicia el sustento, incluso “la niña (de 40 años), que no vive aquí y no le gusta el campo, viene los fines de semana, porque la tierra es la que da todo.”

Lleva el control económico de la finca, cocina para la decena de trabajadores habituales y los que se incorporan en tiempo de la zafra tabacalera, pero eso no la aleja del surco “es que eso es como un niño chiquito al que tú ves crecer y se va poniendo bonito.”

Y el símil hace pensar en cuánto de la educadora que prefería dar clases de primer grado habita en la campesina y viceversa, no hay fronteras entre las facetas de Carmita, como la llaman sus vecinos, que a pesar de los años que lleva alejada del magisterio siguen definiéndola como “la maestra”.

Autoabastecer de todos los alimentos que consumen es fuente de orgullo para esta mujer. Foto: Pedro Paredes Hernández

Entre los más allegados, por las habilidades que muestra a diario en el manejo de finanzas y estrategias de producción fue rebautizada como “la gerenta”, se ríe de ello y asegura que tanto el esposo como el hijo siempre aprueban sus decisiones y que cualquier propuesta es debatida y sometida a su consideración, porque respetan el conocimiento adquirido.

Su vitalidad despierta admiración, “no me siento, si estoy trabajando nada me duele”, esta mujer cuidó de sus padres encamados durante varios años, de ellos heredó la tierra, aunque no era hija única fue la que permaneció a su lado y recuerda que desde muy pequeña ella y sus hermanos aprendieron a trabajar.

Y es a ese sacrificio diario que confiere un valor esencial, “¿cómo voy a vivir aquí en el campo y no lo voy a aprovechar? Hay que sembrar porque eso es lo que hace falta, nosotros hacemos muchas donaciones a escuelas, hogares maternos, comedores obreros de la zona, tenemos que ayudarnos, eso es lo que necesita el país.”

Por increíble que parezca también saca tiempo para el cuidado de sus plantas ornamentales, “la casa hay que tenerla bonita”, en ese ir y venir constante la siguen sus gatos y perros que no le pierden ni pie ni pisada, Carmita tiene una energía que genera vida a su alrededor, con ella gesta la prosperidad de los suyos y asegura el sustento de la familia.

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