A 98 años de su nacimiento el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz habita en los corazones de miles de cubanos y sobre todo en aquellos que tuvieron la oportunidad de verlo de cerca y apreciar su talla humana.
De ello dan fe los profesores Rafael Espinosa González y Ada Cáceres Hernández, del Instituto Preuniversitario Vocacional de Ciencias Exactas (IPVCE) José Martí Pérez, en Holguín, quienes en su ya lejana juventud fueron testigos de la ferviente pasión de Fidel por la educación cubana.
Espinosa, que ha impartido Geografía por varias décadas, recuerda con claridad el día en que luego de concluir su jornada como maestro primario (curso escolar 1969-1970) vio a Fidel en un pequeño poblado del municipio de Báguanos. La escena, llena de vida, lo marcó para siempre.
«Por la tardecita salí de la escuela «Floirán Queirós». Yo trabajaba mañana y tarde y cuando voy por un terraplén me pasan unos jeeps por el lado. Yo no le di mucha importancia a aquello. Unos metros más adelante los carros se paran y yo sigo, pero cuando yo paso y miro veo la figura de Fidel en un jeep, entonces él se paró y se puso a conversar con un campesino que llevaban dos cubos de agua.
«Más adelante quedaba el barriecito de Santa Cruz, estaba la bodega y llego yo allí y digo a unos cinco o seis personas: «Caballero por ahí atrás viene Fidel» y me dijeron que yo lo que estaba era loco. Y les dije, bueno, vamos a ver.
«Enseguida llegaron los jeeps, eran como cuatro o cinco y en el primero venía Fidel. Se bajó frente a la tienda, nos saludó a todos, nos dio la mano a todos los que estábamos ahí y pasó a la tienda, la miró y dijo que había que repararla, al igual que la carretera.
«Los vecinos lógicamente cuando se enteraron empezaron a correr, pero la escuela primaria estaba cerca y una profesora vino con los pioneros para donde estaba Fidel y cuando ya él vio a los muchachos hasta ahí llegó nuestra conversadera con Fidel. Se fue a intercambiar con los estudiantes sobre la escuela y los problemas que tenía.
«A mí me impresionó enormemente la figura de Fidel, un hombre tan alto, con unos brazos largos y los dedos de las manos también extraordinariamente largos y entonces aquella forma suya. Ese encuentro me marcó para el resto de la vida»
Por su parte, la profesora de Química Ada Cáceres guarda en su memoria un momento igualmente especial que le deparó el hecho de integrar con tan solo 15 años el Primer Contingente del Destacamento Pedagógico «Manuel Ascunce Domenech», idea de Fidel para formar maestros que respondieran a la explosión de matrícula de los primeros años de la década del ’70.
Narra que mientras pasaba un concentrado en una escuela de Veguitas, en la provincia de Granma, como parte de su preparación pedagógica, Fidel llegó y en medio de una multitud ansiosa por verlo, tuvo el privilegio de que el Comandante le pusiera una de sus manos sobre la cabeza. «Nos preguntó cómo nos sentíamos y si nos gustaba la tarea que nos habían encomendado».
Ada recuerda con cariño la importancia que el Comandante le daba a la educación, su preocupación por que se incrementaran los maestros, su devoción por los estudiantes.
A pesar de que tanto Rafael como Ada están jubilados hace varios años continúan entregándose a la noble tarea de formar a las nuevas generaciones en el IPVCE que también inaugurara el Comandante. Ambos son sin dudas frutos de las ideas que Fidel promoviera durante su vida y de las que ellos fueron testigos presenciales.
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