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Más de una forma de amar en el oficio de torcer

En el taller El Vizcaíno, de Candelaria, trabajan como torcedores de tabaco Andy y Yarili, dentro de una brigada de la Unidad Empresarial de Base Carlos Rodríguez Careaga, perteneciente a la Empresa de Tabaco Torcido Artemisa. Dos protagonistas de una tradición criollísima comenzaron la historia de su matrimonio, inspirados por el oficio que hasta hoy les mantiene juntos, también en el amor.

 

—Nos conocimos en Artemisa— aclara Andy y agrega que ya cuenta diez años de relación con esta güireña que le ha conquistado.

“Trabajábamos juntos en otro taller de la empresa, allá en el Villamil, de la capital de la provincia; con el tiempo decidimos venir para Candelaria porque yo soy de aquí, y podíamos incorporarnos a este taller. Ella vino conmigo a la fuerza”, —bromea y enseguida Yarili le interrumpe para aclarar la validez de su voluntad.

Para ambos lo más importante es que permanecen todos los días uno junto al otro y se ayudan en un arte del que bien saben los dos.

“Andy fabrica tabaco para la exportación, novena categoría; yo estoy haciendo para el consumo nacional que es sexta”, refiere ella. Cuenta además, que no solo comparten la pasión por este oficio:

“Tenemos tres hijos, dos niños pequeños en común, una de siete años y otro de tres años de edad y antes de conocernos yo ya tenía uno grande, pero los estamos educando a todos de la misma manera, son nuestros hijos”

¿Qué cualidades admira usted de Andy?

Él era muy tímido cuando nos conocimos, ya yo llevaba cinco años trabajando en el Villamil cuando él apareció, siempre fue muy profesional, de su personalidad admiro todo, es muy carismático y como padre es excelente, dedicado a su trabajo, a su familia.

 

Y en su caso ¿Qué admira de ella?

Todo, lo luchadora que es, buena persona, buena madre, buena mujer, buena esposa. ¿Qué más puedo pedir? Nos pasamos el día entero juntos aquí y en la casa. Las 24 horas, para todo.

¿Cómo fluye o se mantiene un matrimonio de esa manera?

Por ahora va bien, nos entendemos, nos ayudamos tanto en el trabajo como en el hogar, compartimos todo aquí y en la casa igual. Nos gusta lo que hacemos, creemos que es bonito, bello el producto de nuestro trabajo. Económicamente no es malo, es buen salario.

¿Entre los dos tienen ingresos aceptables?

Los torcedores tenemos un sueldo básico que depende de una norma, después buscamos un rango que es por sobrecumplimiento, llegamos a cobrar de 20 000 hasta 37 000 pesos, ese fue mi salario del mes pasado, por escala y por rango—, aclara Andy.

—El suyo es muy bueno—, dice Yarili, — el mío no tanto como el de él, pero se vive.

—Ella puede subir de escala—, insiste Andy, — porque ya tiene experiencia, llevamos uno 17 años y el otro 18 ejerciendo este trabajo”.

Es la dicha de encontrar el amor y cultivarlo todos los días desde la admiración y la cooperación. También para esta cronista, el haberlos encontrado en un sitio donde se puede vivir de algo que se disfruta, según las risas y miradas cómplices de ellos, dos artistas en el torcido del tabaco.

Tomado de El Artemiseño

 

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