¿Tienen unos segundos?, porque deseo contarles sobre una danza mortal. Sobre una ráfaga de combinaciones letales. De un corazón inmenso sobre el ring. Toda orquesta necesita un solista y un director. El boxeo cubano ha atesorado un excelente puñado de solistas y directores.
Este domingo en París 2024 Erislandy Álvarez (63,5 kg) fue ambas cosas, y en las dos triunfó. Su vehemencia y tonelaje de tenacidad lo convirtieron en un luchador infatigable, hasta el punto de que ningún juez dudó de su triunfo. Su principal herramienta fue respetar el plan táctico. Castigar una y otra vez al georgiano Lasha Gurulli, para sacarlo de sus planes. Cuba tiene un púgil en la final. “Una gran victoria. Ha sido mucho el sacrificio. Estamos en la lucha por el oro. Cumplir el plan táctico fue determinante. Solo queda una pelea, saldré a ganarla como sea.
“Trato de no dejar margen sobre el ring. Limpieza en los golpes y los movimientos. Me divierto y sin presión. El francés Sofiane Oumiha será mi rival por el título. Hace un año me ganó, pero estamos en los Juegos Olímpicos y a estas alturas se gana con el corazón, la cabeza y los coj…”, afirmó y todos le creímos. ¡Se pelea, con lo que se tiene!
Minutos más tarde, el doble monarca olímpico, Arlen López (80 kg) sucumbió por votación dividida 3-2 ante el ucraniano Oleksandr Khyzhniak y en definitiva terminó con la medalla de bronce, la primera que suma Cuba en esta cita parisina.
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