Icono del sitio Trabajadores

Palco #12: UnbelievaBol

Mis ojos solo pueden correr tras la estela de Femke Bol, que espera la llegada del batón y de soslayo espía cómo vuelan los relevos de Estados Unidos, Bélgica y Gran Bretaña, mientras los metros de diferencia crecen a pasos desesperados.

Femke Bol firmó una gran remontada para darle el oro a Países Bajos en el relevo mixto de 4×400 metros. Foto: Olympics

Isaya Klein le entrega y parece imposible recortar la distancia, incluso para ella, que se devoró a Yeargin y Stacy Ann Williams hace unos meses en la final del 4×400 femenino en el Mundial de Budapest.

Ahora tiene a tres por delante. Esto es París, no Budapest. Es el relevo mixto también. Y relevo mixto y Budapest no forman un buen recuerdo en la cabeza de Bol, que a veces despierta de las pesadillas cuando cae contra el suelo a escasos metros de la meta y pierde la medalla de oro. ¿Y si París es el sitio de la redención?

Bol devora metros con zancadas sólidas y hace que la belga Naomi van den Broeck sienta sus pisadas, cada vez más fuertes, cada vez más cercanas…

Van den Broeck presiente la metáfora de situación. La ve pasar y, como mis ojos, lo único que puede hacer es seguirla: una estela naranja, un dorsal con tres letras que lleva un nombre neerlandés y que quiere repetir el lado bueno de su historia en Budapest.

Delante, Amber Anning y Kaylyn Brown para intentar impedírselo. Pobre Anning, piensa que va fuerte y es incapaz de darse cuenta que será devorada. Su paso, que pudiera parecer sólido, luce tan endeble cuando se acerca Bol que, antes de ser rebasada, sabemos que no aguantará. Al inicio de la recta ya es tercera y no tiene otra velocidad para responder ante tal despliegue.

El asombro del público le avisa a Brown de la amenza. La norteamericana, que firmó ayer el récord del mundo, echa el extra. Quiere ir tan rápido que parece que patalea.

El final cerca. Bol también. Gritos. Respiración agitada, una sombra con brillo naranja y una meta que se le aleja, a pesar de que no ha dejado de correr.

Y no deja de hacerlo, pero es que Bol vuela, como poseída por Barry Allen, y la deja atrás con una clase que enloquece el Stade de France y de paso, nos llena los ojos de emoción, una vez más.

Compartir...
Salir de la versión móvil