La magia de la tinta sobre el papel y de la imprenta de Gutenberg con modernidad tecnológica hoy nos regala el olor insuperable de periódicos, revistas, libros o libretas recién impresos. Son huellas que los trabajadores gráficos viven, dejan y comparten a diario con nosotros. El 2 de agosto es su día, pero es también el día para agradecer cada desvelo, cada perfección, cada pliego con los colores exactos, cada lucha contra lo imposible.
Pero esta semana hay muchas más huellas en nuestras páginas, que vienen de Cuba y desde París. Una embajada de deportistas intenta ganar medallas olímpicas para sus familias, amigos y su pueblo. Pero si así no lo lograran igual nos tienen pendientes de sus actuaciones para aplaudirlos, felicitarlos y abrazarlos desde aquí.
Incluso quienes caigan peleando, como el bicampeón olímpico Julio César La Cruz, reciben la palmada orgullosa, por tanta historia escrita. Por cierto, su rival, Loren Berto Alfonso, compite por Azerbaiyán, pero es pinareño, cubano igual que su entrenador. Es la emigración dura, a veces demasiada compleja, y que cuesta asimilarla todavía por algunos, tal y como reflexionamos hoy.
Son huellas al final. La de los gráficos. La de nuestros atletas. Y también la de Chávez y la de una Venezuela que salió este domingo a las urnas en el propio natalicio 70 de su Comandante Supremo. ¿Será que estamos destinados a vivir así? Entre el periódico impreso y la realidad por escribir. Entre la esperanza y el amor.