Romper las cadenas

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Muchos ciudadanos norteamericanos quisieran viajar a Cuba en calidad de turistas, pero los tentáculos de las leyes estadounidenses lo impiden, al ser codificado en ley el bloqueo contra Cuba, además de las órdenes ejecutivas que lo respaldan.

 

Foto: Tomada de PL

Así las cosas, las prerrogativas del Presidente norteamericano, encaminadas a conducir la política exterior hacia Cuba fueron traspasadas al Congreso, en específico lo concerniente al levantamiento del bloqueo económico, comercial y financiero del cual somos víctimas desde hace décadas.

Pero como toda regla tiene su excepción, esa misma ley resguardó las facultades del gobernante de la Casa Blanca para emitir licencias y permitir transacciones referidas al bloqueo normalizadas por el Código Federal de Regulaciones de Estados Unidos (EE.UU.).

Solo existen cuatro aspectos en el que él no puede actuar, al requerir de la acción congresional para eliminarlos o modificarlos por estar regulados en leyes americanas: la oposición de que subsidiarias de EE.UU. en terceros países comercialicen bienes con Cuba; la negativa a realizar transacciones con propiedades norteamericanas que fueron nacionalizadas por nuestro país; la prohibición de que los norteamericanos viajen a Cuba con fines turísticos y la cuarta nos obliga a pagar en efectivo y por adelantado por las compras de productos agrícolas en EE.UU.

Fuera de estas cuatro restricciones amparadas en las leyes estadounidenses mencionadas, el Presidente puede acudir a sus prerrogativas ejecutivas para modificar la implementación de la política del bloqueo contra Cuba.

Su capacidad presidencial puede ir más allá. En relación a los viajes, podría permitir servicios de ferry entre EE.UU. y Cuba, además de eliminar el límite al valor de los productos importados desde aquí por estadounidenses que nos visiten, ya sea para uso personal o como regalos.

En materia de poderes también puede autorizar que los aviones cubanos vuelen a Estados Unidos y transporten viajeros entre los dos países.

Mientras en cuanto al comercio, Joe Biden tiene autoridad para permitirle a Cuba importar, desde terceros países, fabricaciones con más de un diez por ciento de componentes norteamericanos. De igual manera está en sus manos consentir las exportaciones a esta nación de productos estadounidenses y a su vez, admitir las importaciones en EE.UU. de servicios u otros elementos cubanos, incluyendo aquellos manufacturados en terceros países que contienen materias primas nuestras como níquel o azúcar.

El sector de la salud es otro frente en el cual Joe Biden puede mostrar su alcance presidencial por el bienestar de ambos pueblos, me refiero al autorizo a ciudadanos de EE.UU. a recibir tratamientos médicos aquí; permitir la exportación de medicinas y equipamiento para su utilización en la industria biotecnológica.

Sin contar que puede, asimismo, permitir las ventas de materias primas necesarias para producir medicamentos, autorizar la comercialización en EE.UU. de productos de la biotecnología cubana, como el Heberprot-P y el Nimotuzumab, este último es un anticuerpo monoclonal para tratar el cáncer de cabeza y cuello avanzados.

Nos sentiríamos mejor si en el sector bancario dejaran el acoso y en su lugar autorizaran el uso del dólar estadounidense en las transacciones internacionales de Cuba y consientan para que las transacciones se realicen a través del sistema bancario de EE.UU. cuando provengan de operaciones nuestras con terceros países.

Otras acciones comprenderían la posibilidad a entidades cubanas de abrir cuentas en bancos de EE.UU. e instruir a los representantes norteamericanos en instituciones financieras internacionales que no bloqueen el otorgamiento de créditos u otras facilidades financieras a Cuba.

Como vemos Joe Biden sí puede y tiene posibilidades ilimitadas para, mediante el ejercicio de sus prerrogativas, modificar las restricciones vigentes y vaciar al bloqueo de su contenido fundamental.

No puede existir un proceso hacia la normalización de las relaciones bilaterales coherente si aún la piedra del bloque económico, comercial y financiero nos aprieta en el zapato, constituyendo el mayor obstáculo para el desarrollo de nuestra economía.

 

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