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Parlamento abre sus puertas

Nada inquieta más a los cu­banos que su vida cotidiana. Y la Asamblea Nacional del Poder Popular tiene ese reto. Analizar, discutir, legislar, cambiar, y responder a esa vida cotidiana, a través de las voces de los diputados que elegimos todos. Y ese mandato es sagrado, como decía Martí, de abajo a arriba.

 

Foto: Joaquín Hernández Mena

Habrá debates encendidos en las comisiones permanentes (que los medios de comunica­ción no alcanzamos a reflejar muchas veces en toda su dimen­sión); habrá fiscalización y ren­diciones de cuenta a ministerios de amplio impacto en nuestras mesas y cocinas; y habrá nue­vas leyes por aprobar, inclui­das tres que han originado más expectativa de lo normal por la manipulación inflada en las re­des sociales: las de Migración, Extranjería y Ciudadanía.

Pero el Parlamento es más que levantar manos y aprobar leyes. Es la piel de un pueblo encarnada por sus mejores representantes para que el Gobierno responda, se auto­critique cuando resulte nece­sario y no pierda la esencia de crecer, en medio de las dificul­tades más duras.

Por tal motivo, todas las mi­radas estarán centradas en más acciones y menos retóri­ca. Los trabajadores lo saben. Estarán atentos. A la par, po­drán leer en nuestras páginas las afectaciones que provo­can las enfermedades profe­sionales en Cuba y el mundo. Todo eso es gobernar. Todo eso es Cuba.

Cualquier respiración agita­da, a solo horas del 26 de Ju­lio, servirá para asaltar la his­toria y vencer. Soñar. Crear. Andar. Amar.

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