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La voz cantante del sindicato

Son muchos los problemas a los que se enfrenta cual­quier colectivo en un país que atraviesa una profunda crisis económica, sazonada por un proceso inflacionario sin precedentes que devalúa constantemente el poder ad­quisitivo del salario y, por ende, desaparece la mayor motivación que es la satisfacción de las ne­cesidades básicas, individuales y familia­res, a partir de la remuneración recibida como pago por el trabajo realizado.

En ese contexto, cobra vigencia la po­sibilidad de asociarse al sindicato para in­cidir favorablemente sobre los resultados y en consecuencia en los beneficios directos de cualquier afiliado.

A los sindicatos les compete llevar la voz cantante en la concepción de los planes de la economía, que sean realistas y no uto­pías que al no materializarse se convierten en otra carga a poner sobre los hombros de esos trabajadores.

Que no exista la más mínima brecha al cuestionamiento de para qué me sir­ve el sindicato, porque cotidianamente se haga sentir el impacto de su accionar en cualquier escenario laboral y ello depende de la capacidad de esta organización para exigir que los afiliados sean consultados, propiciar el diálogo e implementación de las ideas viables, a la vez estimular la creatividad y el ahorro. Asimismo, liderar la capacitación en materia de normas jurí­dicas y políticas estatales, el conocimiento de estas contribuye a visibilizar posibles soluciones.

Cuestionar, promover, estimular, exigir y acompañar es lo que se espera de la or­ganización. Mejorar su funcionamiento es asumir el protagonismo que demandan es­tos tiempos.

Informes que enumeren membresías, asistencias y aportes simbólicos o hasta dañinos —como algunos improductivos e ineficaces trabajos voluntarios en que el gasto de combustible supera el valor de la acción ejecutada—, no validan la eficacia sindical; esta ha de construirse desde cada victoria frente al estatismo que, duele reco­nocer, ya ganó muchos espacios.

Hay que escoger cuidadosamente a los representantes del sindicato de cada colec­tivo que participan en el consejo de direc­ción, para que sean la voz más desafiante y fuerte por los derechos de la mayoría.

La resistencia creativa es más que so­portar penurias, es revertir el estado de las cosas y en ello los sindicatos deberán estar al frente de cada batalla.

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