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Venezuela en pulseada vital

Los comicios presidenciales de Ve­nezuela cumplen este lunes 8 de ju­lio cinco días de campaña electoral. Durante tres semanas, millones de personas se trasladarán para acom­pañar a los candidatos en confe­rencias, actos y movilizaciones. La pulseada marcará el destino inme­diato de la nación suramericana y también de la región.

 

El pasado 20 de junio del 2024, ante el CNE, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, anunció la firma de un acuerdo en el que las partes se comprometieron a reconocer los resultados de las elecciones presidenciales del 28 de julio. Foto: Reuters

Las elecciones tendrán lugar el 28 de julio, fecha en que el Co­mandante del Pueblo, Hugo Chávez Frías, líder e iniciador de la Revo­lución Bolivariana, hubiera cump­lido 70 años. Se espera que los re­sultados preliminares comiencen a ser divulgados en la madrugada del lunes 29, gracias al moderno sistema de conteo que posee ese país.

La Revolución Bolivariana ha organizado 31 comicios de diver­so tipo y ha resultado ganadora en la mayor parte de ellos. En esta ocasión, nueve contendientes de la oposición enfrentan a Nicolás Maduro, candidato de una alianza liderada por el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV).

Según reporte del Consejo Na­cional Electoral (CNE), participan 37 partidos y movimientos políti­cos, 24 de ellos representan a la de­recha y 13 al actual mandatario. El Registro Electoral divulgó, además, que la cifra de ciudadanos inscritos para votar es de 21 millones 620 mil 705, ligeramente superior a los co­micios presidenciales del 2018.

Nicolás Maduro asumió como timonel del proceso revoluciona­rio en el año 2013, a propuesta del líder Hugo Chávez, quien se en­contraba muy enfermo. La desig­nación pronto fue ratificada por el voto popular y, a partir de enton­ces, el presidente bolivariano no ha tenido paz.

La hostilidad imperial ha sido creciente y los venezolanos han su­frido campañas diversas que van, desde el acoso económico y el ex­polio infame del patrimonio na­cional, hasta la guerra sucia que avivó odios y diferencias internas para desestabilizar el país y lle­varlo a una guerra civil.

En ese contexto no faltaron castigos y bloqueos impulsados por Estados Unidos, que contaron con el respaldo de naciones europeas y de otras partes del mundo. Pero Venezuela resistió. Hoy su econo­mía muestra ligeros signos de re­cuperación tras una de las peores crisis económicas de su historia.

Para no pocos expertos, esa insoslayable realidad y el hecho de que Venezuela descansa sobre una de las mayores reservas de petróleo del mundo y, por tanto, necesita de un Gobierno con el que se pueda “negociar”, allanaron el camino que condujo a unos comi­cios presidenciales que, por mo­mentos, parecían imposibles.

Como preámbulo a estas presi­denciales, Estados Unidos decidió regresar a la mesa de negociacio­nes con representantes de Nicolás Maduro. Aunque no han trascen­dido detalles del contenido de las conversaciones sostenidas el pa­sado miércoles 3 de julio, el gesto podría entenderse como un espal­darazo al proceso democrático que hasta ahora había sido boicoteado de diversas formas.

 

Ganar y perder

Si Maduro resulta ganador, como muchos aseguran, los grandes cen­tros de poder están listos para abrir fuego y cuestionar la legitimidad de los comicios. Encuestas de dudoso rigor divulgadas por conocidos con­glomerados de comunicación, favo­recen a su principal rival, Edmundo González Urrutia, exdiplomático que ha gestado su campaña bajo la sombrilla de María Corina Macha­do, la lideresa inhabilitada.

El mundo que observa los co­micios a través de los lentes de esos medios, ha cuestionado la ausencia de veedores y comisiones interna­cionales. Por ejemplo, un artículo de The New York Times afirma­ba que “funcionarios venezolanos rescindieron una invitación a la Unión Europea (UE) para obser­var las próximas elecciones presi­denciales del 28 de julio, otra clara señal de que es poco probable que el presidente Nicolás Maduro ceda el poder a pesar de permitir que un candidato de la oposición se pre­sente contra él”.

Esa publicación obvió, por su­puesto, la explicación del presi­dente del CNE, Elvis Amoroso: “Sería inmoral permitir la parti­cipación de observadores de la UE conociendo sus prácticas neocolo­nialistas e intervencionistas con­tra Venezuela”. Primero que le­vanten “las sanciones coercitivas, unilaterales y genocidas impues­tas a nuestro pueblo”, exigió.

Las entidades venezolanas tampoco aceptaron intrusos de la Organización de los Estados Americanos ni de países hostiles a la Revolución Bolivariana. En cambio, habrá expertos de Nacio­nes Unidas y del Centro Carter, de EE. UU., que desarrollarán su trabajo de acuerdo con lo pactado con el CNE.

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