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Manos para crecer

En esta etapa estival hay tem­peraturas que a ratos sofocan. Pero también existe otro tipo de calor que nos alienta, del que debemos hablar más, siem­pre más. En medio de grandes dificultades, y de valores que el dinero se traga con fuerza, ahí están los héroes y heroínas del país, quienes impulsan a su fa­milia a ser útiles en la sociedad y a la sociedad a ser mejor des­de sus ejemplos.

 

Foto: Joaquín Hernández Mena

Y no se trata solo de los que merecidamente reciben el Tí­tulo Honorífico de Héroe del Trabajo, tal y como refleja­mos hoy en nuestras páginas, sino de otros muchos héroes anónimos que hacen realidad con sus esfuerzos, traduci­dos en resultados colectivos, la resistencia creativa que siempre nos ha caracterizado para vencer el bloqueo eco­nómico, financiero y comer­cial del Gobierno más pode­roso del mundo.

Son ellos, sin duda, los que con sus invenciones y racio­nalizaciones hacen el milagro de que los equipos obsoletos sigan funcionando y la fábrica, el hospital o el ferrocarril no mueran de infarto súbito. Y la única recompensa que reciben es la sonrisa feliz de un país, de un pueblo más rebelde que sus cañas.

Ahora que nos acercamos a la gesta histórica del 26 de Julio hay otro heroísmo a perpetuar: el de la lucha armada y de los momentos cruciales de la pa­tria. Martí vuelve a nosotros: “Quien llevó las estrellas de la guerra no es general de veras hasta que con sus propias ma­nos se ponga en el hombro las estrellas del trabajo”. Esa es la fórmula del verdadero héroe. Y tenemos muchos todavía.

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