En esta etapa estival hay temperaturas que a ratos sofocan. Pero también existe otro tipo de calor que nos alienta, del que debemos hablar más, siempre más. En medio de grandes dificultades, y de valores que el dinero se traga con fuerza, ahí están los héroes y heroínas del país, quienes impulsan a su familia a ser útiles en la sociedad y a la sociedad a ser mejor desde sus ejemplos.
Y no se trata solo de los que merecidamente reciben el Título Honorífico de Héroe del Trabajo, tal y como reflejamos hoy en nuestras páginas, sino de otros muchos héroes anónimos que hacen realidad con sus esfuerzos, traducidos en resultados colectivos, la resistencia creativa que siempre nos ha caracterizado para vencer el bloqueo económico, financiero y comercial del Gobierno más poderoso del mundo.
Son ellos, sin duda, los que con sus invenciones y racionalizaciones hacen el milagro de que los equipos obsoletos sigan funcionando y la fábrica, el hospital o el ferrocarril no mueran de infarto súbito. Y la única recompensa que reciben es la sonrisa feliz de un país, de un pueblo más rebelde que sus cañas.
Ahora que nos acercamos a la gesta histórica del 26 de Julio hay otro heroísmo a perpetuar: el de la lucha armada y de los momentos cruciales de la patria. Martí vuelve a nosotros: “Quien llevó las estrellas de la guerra no es general de veras hasta que con sus propias manos se ponga en el hombro las estrellas del trabajo”. Esa es la fórmula del verdadero héroe. Y tenemos muchos todavía.