Fidel Castro siempre creyó en la capacidad del pueblo para cambiar lo que debía ser cambiado. En sus propias palabras se reflejaba ese sentido: «Siempre he tenido confianza en nuestro pueblo y hoy puedo decir que tengo más confianza que nunca, en el de Cuba y en el de todas partes.»
Ante la pregunta de quiénes llevan la batuta en la construcción del futuro de Cuba, son los propios ciudadanos quienes dan la respuesta y marcan las pautas a seguir.
Desde el triunfo de la Revolución liderada por Fidel en 1959, el poder pasó a manos de las masas populares, lo que marcó un hito histórico en la isla. Hoy en día, la colaboración entre los ciudadanos y las autoridades locales es una realidad tangible a través de asambleas y consultas populares, donde se discuten opiniones y propuestas para mejorar la sociedad cubana.
El presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez y otras autoridades insisten en la importancia de escuchar al pueblo y fomentar la cooperación como camino para lograr las aspiraciones de todos los cubanos. Un país socialista, libre, independiente y soberano, fiel a su historia y defensor de su identidad cultural, con un desarrollo equilibrado y sostenible, democracia popular y justa distribución de las riquezas.
En el ámbito local, la participación ciudadana cobra aún más relevancia en la transformación de los barrios, donde los habitantes son partícipes en la planificación y ejecución de proyectos de cambio. También se han implementado programas de capacitación y emprendimiento para generar empleos y mejorar la calidad de vida, mientras que la construcción de espacios recreativos ha contribuido a mejorar la convivencia comunitaria.
La participación popular se consolida como la esencia del poder político en Cuba, donde los ciudadanos tienen un papel activo en la construcción de un futuro inclusivo y democrático para todos.
Es el pueblo el mayor protagonista, gente que suma y no entiende de límites, porque juntos se rompen barreras y se vencen imposibles.