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Palco #12: A golpe de 9

La banca suele ser un lugar hostil para cualquier jugador, pero si se trata de un nueve no hay peor condena que mandarlo allí en un partido que decide el futuro.

Foto: tomada de Cadena Ser

Y la angustia se vuelve más desesperante cuando ve que su equipo es superado y concede un gol al minuto 28 que los baja al segundo lugar del grupo.

Ndoye fusiló a Neuer coronando el buen gusto del juego suizo, que expuso las debilidades de Rüdiger y Tah y nos mostró la versión más aislada de Kroos. En realidad estaban todos aislados: Musiala, Wirtz, Gündogan… y en los momentos de lucidez, entiéndase por esto servicios al área, no conseguían exigir a Sommer.

Y entraban todos a la cancha, menos el 9, que calentaba mientras en el otro choque del grupo el 9 húngaro caía desplomado en el área en su afán de buscar los tres puntos.

Hungría había hecho más méritos, pero la pólvora mojada atentaba contra su aspiración de ganar y seguir vivos como uno de los mejores terceros. Barnabás Varga sigue tendido en el césped, lo tapan con unas lonas, al tiempo que los médicos lo atienden. Con ver la jugada imaginas que no puede ser nada bueno y lo confirman los ojos aguados de Szoboszlai. Varga sale en camilla y se produce el cambio al 74.

Dos minutos más tarde, en el otro terreno, Nagelsmann se jugaba el pellejo sacando del campo a su jugador más mágico: Musiala fuera, Füllkrug dentro. Si no funciona el planteamiento hay que probar a golpe de 9.

Apenas aclimatándose al territorio suizo, el recién ingresado sintió, como toda Alemania, un corrientazo cuando Rubén Vargas venció con tranquilidad a Neuer en una contra fugaz. Los suizos eran primeros. Espejismo. Fuera de juego y una vida extra para los teutones, agarrados a meter centros ante una Suiza que respondía al travesaño de Havertz con un disparo lejano de Xhaka, que invocó a la mejor versión de Manuel Neuer: vuelo para la foto… y para evitar la desgracia.

Hungría y Alemania desesperadas por lograr sus objetivos. Escocia y Suiza se aferraban a romper pronósticos. En el fútbol últimamente esto no es tan fácil. Clarke y Rossi meten una avalancha de cambios y los húngaros acaban por confirmar que tienen las riendas de su destino, quizás un poco tarde, aunque igual valdría la pena… por Varga, por la gente. Lo malo es que la pólvora sigue mojada.

El tiempo pasa y no se cumple lo del 9. No le queda más a Nageslmann que confiar en un tipo que a los 29 años jugaba en segunda división y que en par de campañas se ha convertido en uno de los mejores killers de Alemania. Solo necesita una y el fútbol es tan maldito que se la da.

La eficaz defensa suiza tuvo un desliz. Minuto 92, centro de David Raum desde la izquierda, Akanji y Xhaka entran en pánico porque se dan cuenta de que ninguno de los dos marca a Füllkrug. Demasiado tarde, el 9 ya está en el aire para cabecear un balón cruzado que agarra a contra pie a Sommer. Silencio y murmullo que se vuelve éxtasis cuando la bola acaba por enredarse en la red.

Así es el fútbol y un tipo que no acumula 90 minutos ya lleva dos goles y siembra la tristeza en la barra suiza, mientras sus manos alternan golpes en el pecho como si fuera una bestia desatada. Nadie se acuerda de Nagelsmann.

En el otro partido no se enteran del gol alemán. Se juegan 10 minutos de añadido, muy largos para pasar sin sufrimientos. Ataques de ambos lados, un balón al palo, fallos garrafales y otro tanto al último instante. Ya sé que Kevin Csoboth no es un 9, pero mata como uno y eso es lo que importa.

 

 

 

 

 

 

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