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Lección en el deporte y para la vida

Cienfuegos.— Un buen número de frases y enseñanzas dejó a su paso el japonés Jigoro Kano. El padre del judo, como también se le co­noce, sentó las bases educativas y de formación, que en distintos lu­gares del mundo forman parte del abecedario vital de un buen puña­do de entrenadores.

 

Yani Suárez, entrenadora de judo en el Combinado Deportivo no. 2 Leandro García, junto a sus alumnos. Foto: José Raúl Rodríguez Robleda

En esta ciudad, en el Combina­do Deportivo no. 2 Leandro Gar­cía, la segundo dan Yani Suárez emplea ese arte marcial como una herramienta sincera y estimulante.

Cuando uno la ve trabajar den­tro del tatami, se pregunta si su magisterio trata de algún tipo de retorno a las esencias.

“Uno de los principales obje­tivos que persigo en mi labor es formar valores”, afirma mientras reparte instrucciones entre sus pe­queños discípulos, “también incor­porarlos a la Escuela de Iniciación Deportiva Escolar (Eide)”, apunta.

“El proceso educativo y pe­dagógico del judo es complicado. Ellos entran aquí con seis años y apenas saben leer, entonces tienen que aprenderse toda la terminolo­gía, que se maneja en japonés. Con bastante constancia, esfuerzo y disciplina se logra”.

Nuestra entrevistada tiene un montón de vivencias con el judogui enfundado, algunas de ellas la en­orgullecen y encumbran.

“Desde que empecé a trabajar he tenido que enfrentar muchísi­mas cosas, desde familias disfun­cionales hasta niños con proble­mas de personalidad, introvertidos y otros que se vuelven agresivos y los padres llegan aquí con el afán de que moderen su carácter y pro­ceder. Les inculco que somos una familia”, asevera.

La instructora reconoce que el área se mantiene (muy bien, por cierto) por el esfuerzo de los pa­dres, maestros y el suyo propio.

“Solo recibimos del organismo la orientación de una competen­cia, nos exigen mucho, eso sí, pero somos nosotros los encargados de todo.

“Soy feliz en mi puesto. Traba­jar con niños y ver el resultado de la constancia es algo que no tiene comparación. Apreciar cómo las familias te agradecen por la mejo­ría de sus hijos es muy lindo.

“Debemos continuar nuestra labor. La intención es que Cienfue­gos vuelva a los planos estelares en los que estuvo hace un tiempo atrás y eso lleva sacrificio y un gran es­fuerzo. Sueño con dirigir un equi­po en una competencia de niños. Ojalá lo logre”, declara, llamando a sus alumnos a la formación.

 

¿Qué dicen los discípulos?

“Me acerqué al judo por mi papá, él dijo que no era una forma de de­fenderme, sino de expresarme, lle­vo cuatro años con la profe, es muy buena, asevera el pequeño Elvis Solano Fonseca.

“Quiero aprender mucho y lle­gar al equipo nacional, tengo 9 años y sueño con ganar medallas para Cuba”.

Muy cerca Alena García Ayala repite varias veces una proyección. Solo se detiene cuando la profe le corrige.

“Llevo poco tiempo practican­do, pero me gusta el judo. Apren­do bastante. Quiero mucho a la profe y deseo ser medallista mun­dial”, asevera Alena, que regresa a la acción con la celeridad que conversó.

Por cierto, Yani Suárez tiene otra pasión, ¿que cuál es?, pues el boxeo, del que es una reconoci­da árbitro, actividad que también realiza en el judo.

Tal vez estemos en presencia de la única mujer en Cuba que ate­sora ambas funciones. Eso lo con­firmaremos en otra ocasión.

Nos marchamos felices. Atrás quedan proyecciones, voces altas, deseos y una intensa tenacidad. Lección que se repite a diario y sir­ve para el deporte y la vida.

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