Cienfuegos.— Un buen número de frases y enseñanzas dejó a su paso el japonés Jigoro Kano. El padre del judo, como también se le conoce, sentó las bases educativas y de formación, que en distintos lugares del mundo forman parte del abecedario vital de un buen puñado de entrenadores.
En esta ciudad, en el Combinado Deportivo no. 2 Leandro García, la segundo dan Yani Suárez emplea ese arte marcial como una herramienta sincera y estimulante.
Cuando uno la ve trabajar dentro del tatami, se pregunta si su magisterio trata de algún tipo de retorno a las esencias.
“Uno de los principales objetivos que persigo en mi labor es formar valores”, afirma mientras reparte instrucciones entre sus pequeños discípulos, “también incorporarlos a la Escuela de Iniciación Deportiva Escolar (Eide)”, apunta.
“El proceso educativo y pedagógico del judo es complicado. Ellos entran aquí con seis años y apenas saben leer, entonces tienen que aprenderse toda la terminología, que se maneja en japonés. Con bastante constancia, esfuerzo y disciplina se logra”.
Nuestra entrevistada tiene un montón de vivencias con el judogui enfundado, algunas de ellas la enorgullecen y encumbran.
“Desde que empecé a trabajar he tenido que enfrentar muchísimas cosas, desde familias disfuncionales hasta niños con problemas de personalidad, introvertidos y otros que se vuelven agresivos y los padres llegan aquí con el afán de que moderen su carácter y proceder. Les inculco que somos una familia”, asevera.
La instructora reconoce que el área se mantiene (muy bien, por cierto) por el esfuerzo de los padres, maestros y el suyo propio.
“Solo recibimos del organismo la orientación de una competencia, nos exigen mucho, eso sí, pero somos nosotros los encargados de todo.
“Soy feliz en mi puesto. Trabajar con niños y ver el resultado de la constancia es algo que no tiene comparación. Apreciar cómo las familias te agradecen por la mejoría de sus hijos es muy lindo.
“Debemos continuar nuestra labor. La intención es que Cienfuegos vuelva a los planos estelares en los que estuvo hace un tiempo atrás y eso lleva sacrificio y un gran esfuerzo. Sueño con dirigir un equipo en una competencia de niños. Ojalá lo logre”, declara, llamando a sus alumnos a la formación.
¿Qué dicen los discípulos?
“Me acerqué al judo por mi papá, él dijo que no era una forma de defenderme, sino de expresarme, llevo cuatro años con la profe, es muy buena, asevera el pequeño Elvis Solano Fonseca.
“Quiero aprender mucho y llegar al equipo nacional, tengo 9 años y sueño con ganar medallas para Cuba”.
Muy cerca Alena García Ayala repite varias veces una proyección. Solo se detiene cuando la profe le corrige.
“Llevo poco tiempo practicando, pero me gusta el judo. Aprendo bastante. Quiero mucho a la profe y deseo ser medallista mundial”, asevera Alena, que regresa a la acción con la celeridad que conversó.
Por cierto, Yani Suárez tiene otra pasión, ¿que cuál es?, pues el boxeo, del que es una reconocida árbitro, actividad que también realiza en el judo.
Tal vez estemos en presencia de la única mujer en Cuba que atesora ambas funciones. Eso lo confirmaremos en otra ocasión.
Nos marchamos felices. Atrás quedan proyecciones, voces altas, deseos y una intensa tenacidad. Lección que se repite a diario y sirve para el deporte y la vida.