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De provincia pa’ La Habana

Las manecillas del reloj rondan las doce del día, es domingo, y en lugar de descansar en casa, Karla espera en la autopista a que pase ¨algo¨ para la Habana. Ser estudiante universitario en estos tiempos es complicado, y empeora si eres de provincia.

Foto: Cubadebate

Ella es una de los tantos estudiantes que espera a que la gracia del transporte privado, pues los carros estatales no paran, ¨los bendiga¨ para llegar a sus becas después de un breve estadío de 72 horas en sus casas.

La opción más fácil sería trasladarse en las máquinas privadas, pero cada viaje costaría alrededor de 2500 pesos cubanos, convirtiéndose en una opción poco rentable para el bolsillo de las familias en las que esa cifra equivale a casi la mitad del ingreso mensual.

Los camiones de pasajeros no por ser privados son abundantes, pasan esporádicamente y casi siempre salen llenos de las cabeceras provinciales y se van repletando aún más mientras recogen en los puentes de los municipios.

El precio del pasaje es otro asunto que deriva en, mínimo, 500 pesos, porque, aunque las autoridades provinciales establezcan una tarifa máxima, la realidad es bien diferente; los choferes se excusan con que deben comprar el combustible ¨por la izquierda¨ dado que no hay en los Cupets y elevan el costo de los viajes.

Una posible solución sería que la provincia les tramitara a los universitarios una guagua arrendada que los recogiera, aunque les costaría lo mismo, por lo menos tendrían horario y asiento fijo. Sin embargo, la gestión se complica, pues necesita el compromiso de los órganos estatales que le garanticen al arrendatario poder comprar el combustible, y esta promesa no siempre se cumple.

Sacar un pasaje en Ómnibus Nacionales sería otra posible solución y mucho más económica, dado que solamente cuesta 50 pesos. No obstante, las colas en las taquillas de ventas son largas; y aunque sería menos trabajoso reservar por la aplicación Viajando, los pasajes se agotan en minutos y la mala conexión de datos móviles empeora la cacería.

Foto: Granma

En caso de que consiga la reserva, en los municipios donde no hay bases de ómnibus, las guaguas no pueden recoger pasajeros. Tampoco están autorizadas a llevar personas de pie, cuestión que, para ventaja de algunos, muchos choferes se saltan.

El reloj marca las dos y media, Karla logra montarse en uno de los camiones de pasaje que pararon, eso sí, gracias al ¨pasito para atrás que el fondo está vacío¨ del chofer. Con 600 pesos menos en la cartera y de pie, realiza el viaje hasta la añorada capital.

Son las seis de la tarde y Karla hace la tradicional llamada a su mamá para decirle que llegó a la beca. A pesar de todo, está decidida a terminar su carrera y graduarse. Incluso, con los viajes tortuosos cada quince días, se dice a si misma que por lo menos ella puede ver a su familia periódicamente

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