El fútbol, como la vida, tiene dos caras: unos ganan, otros pierden, unos sorprenden y otros son un fracaso… Pero a veces los acostumbrados al fracaso sorprenden y ganan, y en ocasiones los favoritos ganan pero no sorprenden y son un fracaso.
Menudo trabalenguas, pero eso es lo que tiene el fútbol, te sientas a verlo y por más que esperes algo, nunca sucede exactamente como suponías y llegan los rumanos y le cuelan tres goles a Ucrania, la selección que podía ser la sorpresa de la Euro, la del pichichi Dovbyk, el megafichaje Mudryk, el contrastado Yarmolenko… la del portero del Real Madrid Andriy Lunin.
Esos perdieron, y Lunin pifió dos veces y de tan grande que había sido en la temporada ahora los técnicos de twiitter lo han bajado a la categoría de portero normalito.
Cosas de la vida, cosas del fútbol, que te da a la todopoderosa Francia ganando a Austria con un autogol, sufriendo a más no poder y agradeciendo que sus rivales no recuerdan cómo comportarse a las puertas del área.
Ves a Mbappé con la nariz rota, a Griezmann con un corte en la frente, Thuram y Giroud emulando a Lukaku y Dembélé todavía viviendo de la eliminatoria contra el Barça. Nada, que Francia, como Inglaterra, tiene que dar un poco más para lucir esa etiqueta de favorito.
Y hablando de favoritos… y de fracasos, el primer lugar se lo lleva Bélgica, que sufrió de todo, en contra. Ni aunque jugaran sin rivales iban a ser capaces de ganar su partido.
Eslovaquia, en papel, es Lobotka y diez más. Lobotka contra Doku, De Bruyne, Onana, Carrasco… Pero hoy el fútbol y la vida se volcaron con su causa.
Desde el inicio, cuando Dúbravka se encontró el remate a quemarropa de Lukaku, los eslavos comenzaron a gastar la cuota de suerte en el partido.
El segundo punto de inflexión, al minuto siete ya fue el gol definitivo: regalo de Doku, que se olvidó los deberes del Manchester City, y le sirvió un centro al rival. Casteels detuvo, pero no es Courtois, y en el rebote Schranz la mandó a guardar.
A partir de ahí el guión se descontroló un poco más y pasaron cosas algo raras. Bélgica apretó y se acercaba, pero se veía fría, sin alma. Aún así era difícil pensar que no caería el gol.
Y cayó. Finalmente Lukaku… ¡Qué injusto puede ser el fútbol! Nunca gana el equipo chico… Tedesco corre desbocado en su festejo obviando un pequeño detalle: remató Lukaku, hay Var, y el gol no sube por fuera de juego.
¡Qué lindo que es el fútbol! Piensan los eslovacos. Ahora a seguir aguantando. ¿A qué jugamos?, se pregunta Tedesco y mete a Openda, Bakayoko, Lukebakio… La historia varía un poco pero el desenlace es similar.
Lukaku anota de nuevo. ¡Vaya injusticia! No hay manera de mantener la sorpresa. La defensa protesta algo, aunque parece todo limpio. Sin embargo, anotó Lukaku y puede pasar cualquier cosa inesperada que evite el empate.
¿Algo así como que la pelota tenga un sensor dentro que detecte las manos?, pregunta el guionista de esta historia. Eso estaría bien, responden desesperados los que optan por la victoria improbable.
Y no hizo falta más: el sensor detectó la mano de Openda, que se veía clara en la televisión y que anulaba otro gol de un delantero que parece estar maldito. ¡Qué lindo es el fútbol!… para los eslovacos.