«( …) Cuando he cesado de verte en una forma, he cesado de pintarte. Esos riachuelos han pasado por mi corazón.¡Lleguen al tuyo!», como escribiera en sus poemas dedicados a su hijo “Ismaelillo”, ese gran padre que fue nuestro José Marti así.una y otra vez te recuerdo.
Hoy cuando los balcones y calles amenizan la fiesta, llegó otra vez un día especial: Día de los padres y aunque el infinito nos separe físicamente, tu constante presencia en mis pensamientos alienta mis pasos.
Te traigo desde mi memoria entre tantos rostros. Toco con la punta de mis dedos cada tarde-noche ganada entre tus historias de zafras del pueblo, Cordón de La Habana, tus méritos laborales, tu condición de vanguardia nacional.
No dejo de pensarte a pesar de los más de 30 años de tu ausencia física y quisiera poder regalarte ese algo que distinga en único detalle,… y si pudiera transmutar aquel beso que retumba en mi mejilla, la caricia en mis cabellos desordenados o la ternura de tu mirada cada vez que te marchabas.
No hubo rincón que no purgaras solo por saciar los deseos de mi sol, tu nieto caprichoso. Y es que la vida nos pone pruebas duras, pero no imposibles. Lagunas inmensas de vivencias que ganamos con cada segundo que pasa.
Miro a lo alto del cielo y siento la calidez de tu mirada, la confianza y la fuerza de tu luz.
Hoy vencen las canciones de celebración que dominarán hasta que vuelva el amanecer. No temas la oscuridad, ni la aparente soledad, tú me enseñaste la fortaleza de agradecer y seguir a las estrellas como brújula citadina y bohemia. Aún puedo escuchar tu voz pausada, mientras leías para mí, aquel libro de La edad de oro: