Si alguna frase del argot marinero puede identificar la fortaleza de los trabajadores de la empresa Caribbean Drydock Company (CDC) es la de ir avante cuando con denuedo, tenacidad y estoicismo llevan a cabo servicios de construcción, montaje, remodelación, reparación y mantenimiento de buques y otros medios navales.
Asumen tales misiones contra viento y marea ante escollos de carácter material y, pese a las dificultades, garantizan que retornen a navegar las embarcaciones nacionales o extranjeras que lo soliciten a esta entidad, sede del acto nacional por el Día del Trabajador Marítimo-Portuario el 14 de junio, y ubicada en la localidad de Casablanca (municipio de Regla).
Al ofrecer algunos de los resultados más recientes, Francisco Batista Pérez, jefe de reparaciones navales, se refirió a acciones realizadas en buques de mediano a gran porte que por medio del cabotaje colaboran con la distribución de renglones de la canasta familiar normada y en barcos transportadores de fueloil alrededor de Cuba.
También aludió a las labores de atención al puente de hierro sobre el río Almendares, al túnel de la bahía y a los que enlazan a los municipios de Plaza de la Revolución y Playa, el mantenimiento a generadores eléctricos en el transporte ferroviario y la reconstrucción del paso peatonal de acceso al hospital Luis Díaz Soto, en La Habana del Este, entre otras actividades.
“Este astillero —significó— cuenta con el mayor dique seco del país y el medio de varada más grande de una parte de las Américas”.
Añadió que las capacidades productivas de CDC son incalculables en la medida en que dispongamos de fuerza de trabajo, un elemento que hoy incide desfavorablemente en el colectivo debido a la migración de personal hacia el sector privado por motivos salariales; no obstante estima que el año 2023 fue bastante productivo con las reparaciones a naves extranjeras.
Aquí hay obreros que son reliquias por la experiencia adquirida, afirmó Yordanys Romero Pazos, técnico de nivel medio en Construcción Naval y jefe de brigada. Puso como ejemplos Rubén Darío Casas Tamayo, especialista en recuperación de piezas de repuesto, con más de cinco décadas de permanencia en su puesto de trabajo, y Omar González Juvier, técnico-mecánico naval, de 67 años de edad.
Ellos alertaron sobre la importancia de no perder el know how en las especialidades que requieren de una alta calificación dada la complejidad que las caracteriza y la calidad exigida por normas internacionales.
Recordaron con satisfacción la reciente restauración total de las propelas (hélices) del ferry Perseverancia tras 18 días de ardua tarea, la cual permitió reanudar la transportación de vehículos y pasajeros en la ruta Nueva Gerona-Batabanó, que estuvo interrumpida durante varias semanas.
“Fue una gran muestra de la capacidad y voluntad del pequeño grupo que participó en la reparación y lo logramos en marzo de este año con los pocos materiales que teníamos y a pesar de la falta de personal”, añade Rubén Darío.
Catalogada como Sociedad Anónima con capital 100 % cubano, la empresa también realiza actividades secundarias relacionadas con servicios de metrología, venta mayorista de oxígeno y acetileno, sustitución, reparación y mantenimiento de válvulas y cilindros, así como su arrendamiento, según especifica George Balmaseda Puentes, asesor jurídico.
No resulta casual escuchar a Omar cuando se refiere a la potencialidad del colectivo para “asumir con valentía y corazón cualquier tarea en la que se le necesite”.
Una expresión quizás de origen marinero asegura: “Barco varado no gana flete”, pero vale decir que barco reparado sí por los beneficios que reporta a la economía nacional y al colectivo. Es un precepto con indeleble arraigo entre quienes allí entregan esfuerzos y energías.