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Esto es la felicidad

Uno recorre la exposición de Ma­nuel Mendive (La Habana, 1944) que exhibe el Museo Nacional de Bellas Artes y se sumerge en un mundo de ensoñaciones, de honda y al mismo tiempo diáfana poesía. Son las inconfundibles figuracio­nes de uno de los más significati­vos creadores de la historia recien­te de las artes en Cuba. Mendive es un gran referente, eso está fue­ra de discusión. Ha sido capaz de articular una sólida poética, que tiende puentes a la sensibilidad popular honrando muchos de sus afluentes.

 

La muestra es un empeño del Museo Nacional de Bellas Artes, el Mendive Art Project y Génesis Galerías de Arte, con curaduría de Darys Vázquez y Laura Arañó. En la imagen, La madre naturaleza, 1987. Óleo sobre tela, 117 x 118 cm. Colección del Museo Nacional de Bellas Artes.

La muestra Pan con guayaba, una vida feliz, que ocupará has­ta el mes de julio varios espacios del edificio de arte cubano, resu­me las constantes de un extraor­dinario itinerario creativo. Es un viaje a los orígenes, que evidencia un rico proceso de consolidación estética.

Criaturas prodigiosas: pájaros, deidades, mujeres y niños; vege­tación pujante que parece danzar, y cientos de conchas y caracoles que remiten a mitos y leyendas, a un acervo religioso que tiene sus orígenes en la madre África y que encontró lírica concreción en estas tierras. Es el arte de Mendive, ple­no y sugerente.

 

Es interesante el diálogo con las obras de otros grandes maestros. Frente a la célebre La silla de Lam, Mendive ha ubicado su propio asiento. Foto: Yuris Nórido

El título ofrece muchas pistas. Evoca los años en los que el niño que fue Mendive iba atesorando las experiencias, las imágenes que luego devolvería en creaciones ma­ravillosas. A ese niño le encanta­ba el pan con dulce de guayaba. El Mendive de hoy sigue apostando por la felicidad de las pequeñas cosas. La realización personal es uno de los pilares de su visión del universo.

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