Pues sí: La selección masculina cubana de voleibol intenta sobrevivir en la Liga de las Naciones como en una película del oeste. Dispara y da en el blanco, aunque a ratos cae herida casi de muerte y uno teme lo peor.
Si usted me apura para dar un criterio sobre que podría pasar con los nuestros en su sueño de clasificar hacia los Juegos Olímpicos de Paris 2024, le diré que me temo lo peor.
Quisiera ser optimista y aferrarme a las demostraciones que dejaron los criollos en la primera semana jugada en Brasil, y ante rivales de probada jerarquía como Irán, Alemania, Japón y los propios sudamericanos.
Estabilidad, contundencia y concentración fueron aspectos, que no solo los llevaron a buen puerto, sino que sembraron el optimismo en una afición, que hace un buen tiempo espera un remate sublime por parte de un grupo talentoso y batallador.
Más de un aficionado se me ha acercado preguntando si creo que esta hornada cuenta con parte de las esencias de aquella generación histórica, que nos catapultó a la gloria por los años 90 del pasado siglo
¡Bendita que suele ser la nostalgia en ocasiones!, ya que la realidad de la segunda semana de acción en tierras canadienses me ha llevado a creer con vehemencia, que todavía les falta recorrido (ojo no todo es jugar en ligas de primer nivel, hay aspectos que llevan un proceso mayor de maduración).
Golpes y emboscadas han sido el pan de cada día de las últimas jornadas, tras ceder ante Canadá, Países Bajos e Italia; en tanto el oxígeno del triunfo contra Francia los metió de nuevo en zona de clasificación olímpica y los obliga en lo que queda de brega a liberarse de ataduras y presiones para llegar a Paris 2024.
Las próximas fechas serán una mezcla de sueños, promesas, misterios y posibilidades. Eslovenia, Bulgaria, Serbia y Polonia serán los rivales finales. Jugar bien, y asumiendo cada partido como si fuera de vida o muerte, sería de cierta manera un guiño cómplice a una fanaticada ansiosa de ver a los suyos en la fiesta del olimpismo.
Si se cumple el objetivo, el viaje por accidentado que haya sido habrá merecido la pena. ¡Fuerza muchachos, hay preocupación, pero aderezada con fe!