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Y nos fuimos felices al Baseball5

Hace bastante tiempo que quería presenciar en vivo una competencia de Baseball5, una modalidad que muchos asocian al “cuatro esquinas” que de niño algunos jugábamos, pero que en la concreta se diferencia mu­chísimo, pues es pura táctica, inte­ligencia y hay que estar elaborando continuamente estrategias para ha­cer carreras y defender correctamen­te en una superficie que de pequeña luce inmensa para embasarse.

 

Briandy Molina. Foto: Mónica Ramírez

Y nos fuimos al Coliseo de la Ciudad Deportiva, donde seis con­juntos (formados por cuatro mu­chachas e igual cantidad de hom­bres) disputaron el título nacional de esta modalidad en el país. Para mayor satisfacción pude presenciar el fin del reinado de los tricampeo­nes de La Habana, que esta vez tuvieron que conformarse con el bronce; en tanto Guantánamo se empinó monarca, tras vencer en la final a Artemisa (6-0 y 7-1).

A quienes nunca han visto el Baseball5 lo primero que llama la atención es el golpeo de la pelota, pues lejos de ser supersónico (que también los hay), se trata de ser habilidoso para burlar la defensa de cinco jugadores. Se puede tocar la bola, se puede buscar una línea siempre que no pegue directo en las vallas que limitan el terreno, en tanto se necesita correr rápido, pero con precisión, para no pasarse de las bases.

Vimos fildeos impresionantes de la espirituana Leitis Arcia en la esquina caliente y el artemiseño Adiel Ulloa, a la postre selecciona­dos como Manos de Oro (es decir, los mejores defensores), mientras la guantanamera Chaquira Aspiazú y el habanero Briandy Molina, ambos integrantes del equipo Cuba que se coronó campeón mundial hace dos años, volvieron a demostrar sus cualidades a la ofensiva por enci­ma del resto, válido para recibir los premios Golpeo de Oro.

Llama la atención de igual modo en esta modalidad el trabajo que se está haciendo en las provin­cias, pues además de las potencias consolidadas: Guantánamo, La Ha­bana y Artemisa, clasificaron en los torneos regionales que se efec­tuaron semanas antes las nóminas de Santiago de Cuba, Camagüey y Sancti Spíritus, ocupantes del cuarto al sexto lugar, por este or­den, en el nacional.

Asimismo, es evidente la inte­rrelación entre juveniles y mayores (vale recordar que en el 2023 tam­bién fuimos oro mundial entre los bisoños) y el afán de superación de entrenadores y árbitros. Quizás esto último recibió más de un grito aca­lorado de los jugadores, pero impe­raron el respeto y la ética, algo que ojalá pudiéramos trasladar al béis­bol de nuestras Series Nacionales.

La impronta que va dejando el Baseball5 es de ir ganando metas sin apresuramientos, aunque Cuba es la referencia mundial de tal mo­dalidad, que no es de asombrarse si llega al programa olímpico por delante del béisbol tradicional. De momento hay más vivencias e his­torias para contar, pero haber de­dicado tres o cuatro jornadas a dis­frutar el campeonato nacional me hizo feliz. Y puedo asegurar que este criterio será compartido in­cluso por quienes todavía le sigan diciendo “cuatro esquinas” hasta el día que lo vean y lo sientan como este periodista.

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