Hace bastante tiempo que quería presenciar en vivo una competencia de Baseball5, una modalidad que muchos asocian al “cuatro esquinas” que de niño algunos jugábamos, pero que en la concreta se diferencia muchísimo, pues es pura táctica, inteligencia y hay que estar elaborando continuamente estrategias para hacer carreras y defender correctamente en una superficie que de pequeña luce inmensa para embasarse.
Y nos fuimos al Coliseo de la Ciudad Deportiva, donde seis conjuntos (formados por cuatro muchachas e igual cantidad de hombres) disputaron el título nacional de esta modalidad en el país. Para mayor satisfacción pude presenciar el fin del reinado de los tricampeones de La Habana, que esta vez tuvieron que conformarse con el bronce; en tanto Guantánamo se empinó monarca, tras vencer en la final a Artemisa (6-0 y 7-1).
A quienes nunca han visto el Baseball5 lo primero que llama la atención es el golpeo de la pelota, pues lejos de ser supersónico (que también los hay), se trata de ser habilidoso para burlar la defensa de cinco jugadores. Se puede tocar la bola, se puede buscar una línea siempre que no pegue directo en las vallas que limitan el terreno, en tanto se necesita correr rápido, pero con precisión, para no pasarse de las bases.
Vimos fildeos impresionantes de la espirituana Leitis Arcia en la esquina caliente y el artemiseño Adiel Ulloa, a la postre seleccionados como Manos de Oro (es decir, los mejores defensores), mientras la guantanamera Chaquira Aspiazú y el habanero Briandy Molina, ambos integrantes del equipo Cuba que se coronó campeón mundial hace dos años, volvieron a demostrar sus cualidades a la ofensiva por encima del resto, válido para recibir los premios Golpeo de Oro.
Llama la atención de igual modo en esta modalidad el trabajo que se está haciendo en las provincias, pues además de las potencias consolidadas: Guantánamo, La Habana y Artemisa, clasificaron en los torneos regionales que se efectuaron semanas antes las nóminas de Santiago de Cuba, Camagüey y Sancti Spíritus, ocupantes del cuarto al sexto lugar, por este orden, en el nacional.
Asimismo, es evidente la interrelación entre juveniles y mayores (vale recordar que en el 2023 también fuimos oro mundial entre los bisoños) y el afán de superación de entrenadores y árbitros. Quizás esto último recibió más de un grito acalorado de los jugadores, pero imperaron el respeto y la ética, algo que ojalá pudiéramos trasladar al béisbol de nuestras Series Nacionales.
La impronta que va dejando el Baseball5 es de ir ganando metas sin apresuramientos, aunque Cuba es la referencia mundial de tal modalidad, que no es de asombrarse si llega al programa olímpico por delante del béisbol tradicional. De momento hay más vivencias e historias para contar, pero haber dedicado tres o cuatro jornadas a disfrutar el campeonato nacional me hizo feliz. Y puedo asegurar que este criterio será compartido incluso por quienes todavía le sigan diciendo “cuatro esquinas” hasta el día que lo vean y lo sientan como este periodista.