Icono del sitio Trabajadores

¿Se deshojan Las Margaritas?

En el programa de trans­formación integral de barrios vulnerables en La Habana hay un cabo que anda suelto, que no ha podido atarse: el solar de Las Margaritas, que en idioma marinero parecería andar al pairo, esperando su rescate del olvido y del abandono.

 

Evelin Arango Holder, Líder de las Margaritas. “Todo ha sido muy lento, con muy poca calidad. Resta mucho por hacer”. Foto: Heriberto González Brito

Desde que se iniciara la repa­ración constructiva en ese lugar, las casi 40 familias de esa ciudadela han acopiado toda la paciencia po­sible, quizás la única forma de en­frentar —sin éxito hasta ahora— las intermitencias e inestabilidades que amenazan su esperanza.

Sus rostros más bien expresan incertidumbre, desconfianza, y lo resumen al asegurar que con la can­tidad de materiales llegados en los últimos dos años y medio a ese em­blemático solar se hubiera podido construir un gran hotel Cinco Estre­llas. Pero no ha sido así.

Hablan con desenfado, con ape­go a una verdad que consideran muy suya, como los santos y ofrendas que resguardan no pocas de las casas vi­sitadas, y dicen vivir orgullosos allí. “Aquí no hay revoltosos ni subversi­vos, solo queremos que nos terminen las casas; solo queremos vivir como personas”, aseveran.

 

Chapucería y mediocridad

Parte de la vivienda de un vecino enfermo de los nervios. Al final una fosa desbordada. Foto: Heriberto González Brito

Miden sus palabras, y salpican sus respuestas con el gracejo del cuba­no. No parecen temerosos, sí caute­losos para “abrirse” al interlocutor, pues, dijo un vecino, “están ya cu­rados de espanto”.

Desde el año 2021 el gobierno y otras instituciones del territorio, con el apoyo del Ministerio de la Agricultura, comenzaron los es­fuerzos de renovación en el barrio habanero de Santos Suárez, como parte de un programa de transfor­mación integral en comunidades capitalinas vulnerables, pero, la­mentablemente, la casi totalidad de sus humildes casas distan de exhi­bir hoy la prestancia que soñaron.

No hay que ser un experto para comprobarlo. Todo ha sido muy len­to y falta mucho, muchísimo, por hacer. A las casas que se han con­siderado como terminadas les falta algo. No les pueden dar el habitable, porque la que no tiene problema en el baño lo tiene en el lavadero, o en el fregadero, o en el piso…

El 3 de septiembre del año 2021 el Presidente cubano Miguel Díaz- Canel Bermúdez llegó al solar para sorpresa de los inquilinos, entre ellos Evelin Arango Holder, que no sospechaba que esa visita la con­vertiría, a sugerencia del mandata­rio, en Líder del lugar.

Hoy, casi tres años después, re­cuerda el mensaje de Díaz-Canel, quien les afirmó que allí se iba a cambiar —para bien— todo lo que fuera posible, a partir de diagnósti­cos y propuestas de los vecinos.

“Demostró muy buenas inten­ciones y estamos muy contentos por todo ello”, nos dice ahora Eve­lin, mientras observa la chapuce­ría y la mediocridad en muchas de las estructuras que se han levanta­do y echan por tierra el concepto de que la principal inversión debía estar encaminada al alma de las personas.

 

Hay casas a las que aún no han entrado los constructores

“En el tiempo transcurrido nos ha­blan de dificultades con los mate­riales, pero muchas veces llegaron y los llevaron para otras obras más priorizadas. Eso ha ocurrido desde el inicio”, refiere Evelin, y agrega que los primeros ejecutores fueron constructores de una mipyme y su jefe les decía que todo lo pagaba él de su bolsillo. Luego los vecinos su­pieron que la Dirección Municipal de la Vivienda era la financista del trabajo.

 

El estado deplorable de algunas de las viviendas de Las Margaritas a tres años de iniciados los trabajos de construcción. Foto: Heriberto González Brito

Incluso, cuando empezaron las obras se hacían reuniones en las que participaba la Líder, quien planteaba los intereses de los veci­nos. “Ahora no se hacen, lo que de­muestra desorganización”, subraya con enfado.

“Inicialmente éramos 32 familias y ahora 38. Hay casas que eran de un cuarto y ahora tienen dos y vecinos que (no cayeron en gracia) y no les han hecho ninguno. Pero hay vi­viendas a las que aún no han entra­do los constructores”, puntualiza.

Al principio en muchas casas se iniciaron las labores sin los proyec­tos terminados, porque, afirmaban, tenían que adelantar para cumplir con el plazo que sugirió el Primer Secretario del Comité Central del Partido: julio del 2022.

 

Otros criterios de los inquilinos

Maypú Millet nació hace 47 años en Las Margaritas. “Si comparo las condiciones actuales y las que tenía antes de la llegada de los constructo­res, estoy contenta; tenía un cuarto y ahora tengo dos, pero quedó pen­diente la puerta del baño y muchas otras cosas desde que los albañiles salieron de vacaciones en diciembre pasado. Ahora me ha salido esta hu­medad en la pared y creo que sea de la casa de al lado. Pero estoy espe­rando solución”.

Cuando empezaron las obras, se hacían reuniones en las que se planteaban los intereses de los vecinos. Ahora no se hacen.

Lo de Iliana Pérez Rodríguez es peor. “Yo no tenía dónde estar mien­tras los constructores trabajaban en mi casa, y tuve que pedir licencia sin sueldo por más de tres meses para estar aquí y que me termina­ran esto. Todos los vecinos tuvimos que irnos a otro lugar y se nos per­dieron muchas cosas.

“Los lavaderos se están cayendo porque el cemento blanco no servía. Me dijeron que no iban a ponerme la puerta y otras cosas que aún fal­tan. ¿Pero cómo es eso? El gobierno decidió ayudarme, ¿por qué quie­ren ahora quitarme esa prioridad? Además, al final tenemos que pa­garlo todo”, dijo Iliana.

Bárbara Delgado estuvo un año alquilada en otra vivienda para que los constructores pudieran trabajar en su modesta casa. Al regresar, aún no tenía techo ni piso. Tuvo que alquilar un andamio para que le colocaran las tejas. Foto: Heriberto González Brito

Bárbara Delgado Montesinos es madre de cinco hijos. “Yo no vivía como una reina, sino con las cositas que humildemente pude alcanzar. Estoy agradecidísima con la obra, pero aquí no se ha hecho ni la mitad de lo que se debió. Como no podía estar aquí, tuve que sacrificarme y salir un año a la casa de mi hija para que entraran los constructores.

“Por obligación regresé, pero no había ni techo ni piso, solo la pla­ca intermedia. Alquilé un andamio para las tejas del techo, compré el yale, la sifa y los tornillos para que me pusieran el tanque, y otras cosas que no recuerdo. Por la lluvia perdí un televisor.

“Yo estoy en mi casa por mi es­fuerzo. Otros se han alquilado por meses. El problema va a estar al fi­nal, cuando vengan a cobrar. ¿Qué compré yo, qué puso la brigada? En fin…”, concluye.

Al lado de Maypú está la casa de una persona enferma de los ner­vios, quien vive solo. Dentro de esa vivienda hay una fosa desbordada. No me extenderé. Simplemente ¡una barbaridad!

A la casa de Juana Rodríguez Castanedo no han entrado los cons­tructores. “No han hecho nada en mi casa y me dicen que es por un litigio de colindancia con personas que ni viven aquí”.

 

“Agua que cae del cielo…”

“Cuando llueve, casas de las supues­tamente terminadas se mojan más por dentro que por fuera, pues las tejas de techo no son homogéneas, sino de diferente tipo. Ya me parece que nunca me va a entrar el agua de la pila”, destaca Iliana.

Un caso similar es el de Felipa Rodríguez Montalvo, quien refirió que desde el año 92 tenía sus tube­rías de agua, y se abastecían tam­bién otros vecinos. “En la acometida principal está el problema y es la que Aguas de La Habana tiene que arre­glar”, añadió.

Evelin suma su criterio: “Antes de entrar los constructores había agua en los baños de muchas casas; ahora el problema es terrible, pues nunca más nos ha entrado agua. Estas eran casas innovadas por los propios convivientes, quienes iban resolviendo su agua por sí solos. Es un problema ya viejo, pero ahora el lío es insoportable.

“Más o menos por 1984, en ese terreno que está ahí al lado, y que era de nosotros, empezaron a cons­truir un edificio de apartamentos —nos señala una amplia edificación contigua—. Nos dijeron que eran para la gente de aquí, pero se los die­ron a otras personas.

“El agua para ese edificio la co­gieron de las tuberías de la ciudade­la. Entonces se nos hizo más agudo el problema, tanto que hasta el consul­torio del Médico y la enfermera de la Familia tuvo problemas de tupición y lleva mucho tiempo sin funcionar.

“Por ejemplo, aquí habían tan­ques elevados, pero antes de que entraran los constructores hubo que demolerlos por su gran dete­rioro. Luego nos dijeron que iban a construir cisternas, pero no ha sido así. Hay que volver a la idea de los elevados, lo que parece que ya está aprobado. Mientras, seguimos sin agua”.

 

Creció el malestar, ¿también la desesperanza?

Los vecinos aseguran que “los constructores que están ahora tra­bajan bien. Ellos no tienen que ver con nada de lo malo que pasó antes, y nos dicen que van a ayudar a to­dos los vecinos, que van a concluir lo que no esté terminado y que re­pararán lo que haya que arreglar”, refiere Evelin.

Menos mal, pienso, y les aclaro que los constructores actuales tienen obligaciones y compromisos. No es precisamente que le estén haciendo favor alguno. “Ellos tienen su sala­rio”, dije, y la respuesta llegó en for­ma de pregunta: “¿Cuál salario pe­riodista, si en otros tiempos muchos constructores se fueron porque no cobraban?”.

El actual jefe de obra es Joel Díaz Martínez. “Pertenecemos a una cooperativa de créditos y servi­cios José Martí, de Boyeros. Estamos aquí desde octubre y en diciembre salimos de vacaciones para reincor­porarnos el 8 de enero. Somos siete u ocho y estamos terminando cuatro viviendas, porque no podemos abar­carlo todo a la vez. Realmente no te­nemos problemas con los materiales y poco a poco acometeremos lo que falta”, explica.

 

No sabría decir qué pudiera pasar en Las Margaritas si se produjera un cortocircuito. Foto: Heriberto González Brito

Leonardo Llanes, un vecino atento al diálogo con Joel, refiere los muchos detalles que aún le faltan a su vivienda, pero cree que son muy pocos los constructores que actual­mente laboran en el solar.

Mientras otra inquilina, Reina García, reseña los años que ha esta­do alquilada para que le terminen su hogar. “Hace más de dos años que no se hace nada en mi casa”, me dice.

La última ¿casa? visitada por los reporteros de Trabajadores fue la de Pastor Román Miguel Alayo. Vive solo y las condiciones de su vivienda son paupérrimas y difícilmente ex­plicables.

Lamentablemente, en muchos vecinos ha crecido el malestar y en otros la desesperanza. Durante mi recorrido no hubo frases altisonan­tes, mucho menos increpantes. Pero por instantes pude percibir una alta tensión, algo así como lava en ebu­llición, especialmente cuando un residente perdió la calma y contes­tó muy ofensivamente al negativo criterio expresado contra él por una funcionaria del gobierno de Diez de Octubre, donde está enclavado el so­lar. Todos criticaron sus expresiones y también el irrespeto que le provocó su desafuero.

 

Mensaje del gobierno de Diez de Octubre

En un momento dado del recorrido, la Líder de Las Margaritas recibió una extraña llamada en su teléfono móvil. Me refirió la conversación: “Dice el gobierno de Diez de Octubre que ustedes no pueden estar aquí”.

También literalmente transcri­bo mi respuesta: “Dígale al gobier­no que venga a decírmelo y que me lleve preso”. Como aparentemente el incidente concluía allí, continué mis entrevistas.

Minutos después me avisan que la citada funcionaria llegaba al lu­gar, evidentemente motivada por la presencia allí del reportero. Sin ol­vidar la llamada al móvil de la Líder de Las Margaritas sostuve entonces el siguiente diálogo con la compañe­ra del gobierno:

Funcionaria: “Para yo hablar con un periodista o con el periódico tengo que estar autorizada por mi Partido y por el Gobierno”.

Periodista: ¿Y cuál es su Partido?

Funcionaria: “El Partido del municipio”.

Periodista: Le pregunto por­que el mío, el Partido Comunista de Cuba, me dice que con responsabi­lidad puedo ir a cualquier lugar a realizar mi labor periodística. Por tanto, sigo haciendo mi trabajo.

Tras un breve impasse, pregun­té por su apellido a la funcionaria, también viceintendente de construc­ciones del municipio. “No, no puedo darte la entrevista. Después tú y yo conversamos”, sostuvo y se marchó. No ha habido ninguna conversación.

En Las Margaritas ha imperado desorganización, desidia, indolencia, chapucería y derroche inexplicable de materiales tan necesarios para tantas familias y casas, como con preciso tino calificaron la situación colegas de Cubadebate en mayo del 2023.

Con la despedida Evelin me sor­prende con el criterio de que el go­bierno municipal se ha preocupado; “pero no ha puesto mano fuerte. Pa­rece que el gobierno del municipio piensa que aquí todo está bien, pero yo no puedo callarle la boca a los ve­cinos”, recalcó.

Entonces le pregunto por la si­tuación de su vivienda. “No, en mi casa aún no han hecho nada, siempre dije que empezaran a trabajar en mi casa cuando terminaran con toda la ciudadela”.

 

Epílogo

En el pasado mes de julio, tras leer el reportaje realizado en el lugar por reporteros de Cubadebate, fui al solar por nuevas respuestas, pero sorprendido supe que el in­tendente de Diez de Octubre suge­ría posponer el trabajo para más adelante.

Ahora con la Líder confirmé lo que sospeché entonces: “En julio pa­sado —me dice— el gobierno me in­formó que usted no podía venir aquí porque no estaba autorizado. Que nadie, ningún vecino, podía decirle nada porque usted tenía que pedir permiso al Partido y al gobierno. Yo respondo a mis superiores —conti­núa— y es el intendente quien me plantea que nadie podía hablar con usted”.

No es todo, falta algo. Mientras, me despedía de Evelin, y de manera coincidente, entra una nueva llama­da a su móvil. Era la ya menciona­da funcionaria, quien le pregunta el nombre de este reportero. Varias semanas después publicamos el re­portaje y aún desconozco por qué o para qué necesitaba el nombre de Gabino Manguela Díaz.

 

Muy lejos de las expectativas

Asegura el delegado del Poder Popular del lugar

Tras recorrer Las Margaritas in­tenté entrevistar a la presidenta del Consejo Popular de Tamarindo para lograr nuevos criterios, pero es de lamentar que la gestión re­sultara infructuosa.

Conversé con Enrique Valdés Machín, delegado del Poder Po­pular en la circunscripción, con el que mi empeño tuvo buenos re­sultados. “Asumí como delegado en diciembre del 2022, cuando ya había todo un movimiento cons­tructivo en el lugar. En un primer momento hubo gran impulso, pero poco a poco se fue apagando.

“Para la Asamblea Municipal, que también comenzó en diciem­bre del 2022, este tema ha estado en el foco de su atención. Pero los vecinos se quejan del Consejo de la Administración Municipal, del que dicen no ha hecho las cosas, ni controlado como debía, pues se han producido baches y se han perdido materiales.

“Han habido momentos de mucha entrega de materiales, pero vecinos allí han denunciado que tanto constructores como también vecinos se han llevado materiales, que incluso han vendido, lo que ha salido a la luz pública en reiteradas ocasiones.

“Antes los cronogramas de en­trega se incumplían y se entrega­ron casas sin satisfacer todos los requisitos. A los vecinos se les dijo que luego se les terminaba, pero eso se ha alargado en el tiempo.

“Es verdad que hay insatis­facciones y también que las con­diciones de vida allí hoy son muy superiores, aun con las imper­fecciones. Se ha avanzado, pero todo está muy lejos de sus expectativas. La última etapa se retomó con fuerza otra vez y se fijaron nuevos cronogramas de entrega”

 

Compartir...
Salir de la versión móvil