Miguel Bautista es uno de los líderes de base del sindicato de trabajadores de restaurantes, hoteles y talleres de costura de EE.UU. Su peor pesadilla es la codicia de los empleadores
Miguel Bautista tiene apenas 25 años y es el coordinador de una de las organizaciones de base del sindicato estadounidense que agrupa a trabajadores de restaurantes, hoteles y talleres de costura. Actualmente son más de 32 mil los afiliados en 150 centros laborales de diferentes ciudades del país.
Para no pocos observadores, la presencia de un joven entre los dirigentes sindicales no es un hecho aislado. Un artículo de The Washington Post explicaba, por ejemplo, que “muchos líderes del movimiento tienen poco más de 20 años; se inclinan por el apodo de “Generación U”, por Union (sindicato). Hoy la aprobación de los sindicatos es la más alta desde 1965, con un índice de popularidad del 68 %, que aumenta al 77 % entre los estadounidenses de 18 a 34 años, según una encuesta reciente de Gallup”.
Otros observadores, como la profesora universitaria neoyorquina Tatiana Cozzarelli, señalan que es posible que estemos ante una generación que se niega a acatar las reglas que el neoliberalismo impuso al movimiento obrero durante décadas: “Esta es una generación precaria que está muy endeudada y tiene poco que perder. Es una generación muy politizada, que desafía el statu quo y espera que los sindicatos puedan ser una herramienta democrática para defender sus intereses contra los patrones. Esta es también una generación que experimentó y participó en el movimiento Black Lives Matter, y muchos están haciendo conexiones entre la lucha por la liberación de los negros y la sindicalización.
Bautista, por su parte, reconoce que la actividad sindical en Estados Unidos ha ido cambiando y lo ha hecho muy rápido: “Estamos viviendo un tiempo de formación para los sindicatos y los trabajadores”, asegura.
“Tenemos huelgas en todo el país y apreciamos nuevas estrategias, entre ellas las de muchos empleados tratando de formar sindicatos, sobre todo en sectores de los servicios como Starbucks, Amazon y Trader Joes. A la vez, las corporaciones presionan al Gobierno para debilitar ese derecho a la sindicalización”, reflexiona.
La pesadilla de sus afiliados en torno al trabajo tiene que ver con la codicia de los empleadores: “Las corporaciones no quieren pagar un sueldo justo, por eso tenemos que reclamarles con huelgas, boicots, acciones de presión política y todas las maneras que tengamos a nuestro alcance. Esa lucha es imposible sin solidaridad entre los trabajadores”.
El joven participó en el Encuentro Internacional de Solidaridad con Cuba y contra el Imperialismo que tuvo lugar en La Habana a principios de mayo. Esta fue su primera visita a la mayor de las Antillas y, como muchos otros, viajó en busca de las verdades que esconde la propaganda imperial.
“Llevo a mi país la experiencia de lo que es la verdadera solidaridad, no solo con Cuba, también con Palestina, con mis propios compatriotas durante la pandemia de la covid-19, con África durante la epidemia de ébola, contra el imperialismo en todo el mundo. De solidaridad carecemos en EE.UU., pero haré mi parte para transformar esa perspectiva y también para cambiar el trato que mi Gobierno da a los cubanos”, concluyó.