Los habaneros tendremos el honor de reencontrarnos con la fidelísima Tribuna Antimperialista y de estar al lado de Martí, que acusadoramente apunta al imperio. Junto al malecón, que en tantas ocasiones acogió nuestra rebeldía, nos agruparemos en una inmensa apretazón de dignidad y soberanía, que le llegará en imágenes y sonido, a través del mar, al que se empeña en mantenerse ciego y sordo a nuestras verdades. En la multitud estará el viejo Pepe, que acumula ya un tongón de Primeros de Mayo, Juan, el innovador, que se la pasa rompiéndose el coco para que su fábrica no pare; Marisela, la linda enfermera del consultorio que ha movilizado a no pocos del barrio; Tito, el taxista que se ha ganado fama de solidario; Bebo, el estibador, con su envidiable musculatura presto a descargar lo que sea, y tantos otros que empujan el país hacia adelante con su trabajo. Cualquiera de ellos podría decirle a nuestros fracasados odiadores lo mismo que les dijo mi vecino Pancho: hablar de mí es fácil, ser como yo es lo difícil, y es que los de esta tierra los tienen muy bien puestos (los pantalones, tanto de hombre como de mujer) para resistir tanta charranada durante tanto tiempo. Ya están en marcha los preparativos y las iniciativas, y no habrá apagón que apague el entusiasmo, aunque nos haga sudar más. Si al vecino de la picazón se le ocurre repetir la locura de que está cerca el momento en que la Antilla Mayor volverá a ser suya, le responderemos que ni yendo al mejor de los oculistas podrá verlo porque el verdadero momento de los cubanos ocurrió hace 65 años y lo conquistamos a pesar suyo. | Alez
Trabajadores… Palante
La picazón del vecino