Cuando salió del poblado La Melba, en Moa, aquella tarde de febrero sólo lo hizo con una mochila y su sonrisa a media cara. Pocos apostaban a que se adaptaría a vivir en La Habana sin el calor de sus padres y abuelos, y casi nadie imaginó que el judo cubano la inmortalizaría a partir de la actuación memorable de un día olímpico.
No era la técnica su virtud más clara. Tampoco le hacía falta porque era una guerrera sin freno, que no se sentía inferior a nadie. Así empezó a ganar en Juegos Centroamericanos, giras europeas, campeonatos panamericanos y Copas del mundo. Poco a poco su carisma también prendió en la selección nacional, en la que perdió su nombre de Yalennis para ser La Guajira con tumbao un bautizo que le debe al profesor Ronaldo Veitía.
El 14 de agosto del 2008 significó su fecha más memorable como deportista. Había subido de peso para competir en una división superior, los 78 kilos, en los Juegos Olímpicos de Beijing. Y otra vez la sabiduría de Veitía ante la contingencia terminó inmortalizándola con una plata que mucho vimos de oro ante la china Xiuli Yang, luego de casi ocho minutos de combate.
Fue ese su mejor resultado y por el que su pueblo de La.Melba hizo una fiesta de dos días, en Moa adelantaron carnavales y Cuba entera se puso un kimono para ayudarla a dibujar un triunfo que el árbitro nunca vio, pero nosotros sí.
A pesar de las duras lesiones de rodilla y la maternidad de su primera hija Camila quiso retornar al entrenamiento. Un gran apoyo familiar la permitieron oler de nuevo a los ippones y en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016 volvimos a admirar su valentía en la discusión del bronce, que se extendió a casi el doble del tiempo reglamentario. El quinto lugar era una proeza y todos lo reconocían.
No es posible hablar de Yalennis Castillo sin un pelotero que jamás le puso out desde la receptoría y aceptó acompañarla en la dura vida de atleta y en la casa. Frank Camilo Morejón lo ha dicho a su manera: «Ella es mejor que yo porque es olímpica en el deporte y como madre».
Hoy no ha dejado de ser la misma Guajira con tumbao. Es cierto que ahora grita más y se altera por dentro cuando sus alumnos no cumplen el plan diseñado por ella como entrenadora, pero habla pausado y convence. Para una despedida merecida como esta del 5 abril nada reconforta más que un aplauso y las lágrimas de recuerdo y felicidad.
Esta es la holguinera Yalennis Castillo que conocemos y que soportó este combate de menos de 4 minutos con su sonrisa a media cara. Reverencia total. Todos volvemos a corear tu nombre con el amor que mereces. Con el amor con que nos cautivaste.
Felicidades CASTILLO