Tenía tan solo 18 años de edad cuando Silvio Oduardo Girón entró por la puerta grande del Hotel Las Tunas y desde entonces a fuerza de voluntad y entrega cultivó el respeto a sus compañeros de labor y convirtió en pasión el deber de servir.
Todavía con el pecho agitado por la emoción y los peldaños escalados, tras subir tres veces al podio en el acto por el Día del Trabajador del Turismo, este mulato hiperactivo, exigente y bonachón accedió a conversar con Trabajadores sobre su trayectoria laboral.
Por su destacado quehacer en el año 2023, en esa jornada conmemorativa fue agasajado como mejor secretario general de Buró Sindical, el de mayor aporte voluntario al Programa de Lucha Contra el Cáncer y por sus 35 años de trabajo sostenido y sobresaliente en los reinos de la “industria sin humo”.
“Empecé como abastecedor”, dice y describe las emociones de esos primeros pasos en el ámbito laboral y en un centro insignia del sector turístico en el Balcón de Oriente Cubano, “no desconocía el reto”, afirma y recuerda que fue, también, ayudante de mantenimiento y ropero, y aunque se sentía a gusto en esas labores, su afán de superación y las posibilidades ofrecidas lo impulsaron a buscar nuevos horizontes.
“Me ofrecieron un curso en la entonces Escuela Provincial de Comercio de Vázquez –municipio de Puerto Padre-, lo acepté“, y se hizo Técnico de Nivel Medio en Gastronomía; y, retornó como cantinero al hotel, esa instalación que desde el principio convirtió en una extensión de la casa y a sus compañeros en parte de la familia.
Aparecieron otras oportunidades de capacitación y Silvio las aprovechó en bien propio, de los clientes y de la imagen del hotel. En la escuela local de Formatur perfeccionó sus habilidades y pulió detalles relacionados con la ética profesional. Volvió a las aulas de Formatur y se tituló como Cantinero A.
Y le ha parecido poco el tiempo dedicado al estudio y continúa “escarbando” en las fuentes del saber, “convocaron a prueba de ingreso para un curso de superación técnica en la escuela de Formatur de Holguín, institución de referencia en el oriente y gané el derecho. Terminé con notas sobresalientes y volví a las cantinas del hotel”.
El colectivo apreció –y todavía aprecia- esas virtudes y comenzó a considerarlo un líder. Lo propusieron y lo eligieron para el cargo de secretario general del Buró Sindical de la Sucursal Islazul, responsabilidad que ocupa hace ya 10 años y la simultanea sin lamentos con las exigencias de su trabajo diario, y Silvio conduce por los senderos del éxito cinco secciones sindicales, incluida la del Hotel Cadillac.
Dirigir a los trabajadores le ha impuesto, también, la responsabilidad del aprendizaje en materia de legislación laboral, y a pesar de que asume esos retos en calidad de activista ya “me gradué en un curso de superación para cuadros profesionales de la CTC y hace alrededor de tres meses recibí otro para secretarios generales de buroes sindicales”, afirma satisfecho por las lecciones recibidas que lo ayudan, además, en las tareas como miembro no profesional del Buró Provincial del Sindicato de Hotelería y Turismo en Las Tunas.
“Es complejo, pero es mucho más bonito tener la posibilidad de organizar, representar y movilizar a los trabajadores, y todavía más en estos tiempos de tantas limitaciones materiales”, comenta y asegura que le ha dado muchas satisfacciones, lo ha enseñado a dar una mirada más profunda e integral a la vida personal, familiar y profesional.
El pasado año, Silvio colocó al Buró Sindical en la cima del aporte voluntario al Programa de Lucha Contra el Cáncer y él mismo lideró a sus afiliados con la entrega de mil 200 pesos, hecho que distingue y corona su altruismo, “me resulta muy reconfortante ayudar en esta batalla por salvaguardar la vida de los niños afectados por esta terrible enfermedad. Ese dinero es casi simbólico si lo comparas con lo que le dedica el Estado, pero ayuda y representa el humanismo de cada trabajador cubano del Turismo”, remarca.
En el barrio donde reside Silvio deja su impronta: “Soy miembro del proyecto comunitario Raíces de San José y promuevo las actividades deportivas con niños”, enfatiza y cuenta con alegría, “el pitcher Darvis Leyva Palmero, uno de mis pupilos, está en la reserva del equipo de Los Leñadores”.
Ahí están las huellas de su voluntad y altruismo, de un activismo a toda prueba, y de cómo ha convertido en pasión el deber de servir, que coronan con la condición de Vanguardia Nacional conquistada por el hotel en ocho oportunidades, la bandera Proeza Laboral y otros reconocimientos individuales y colectivos que premian la constancia y la entrega de Silvio Oduardo Girón, el mulato hiperactivo, exigente, bonachón…