La imagen es impactante y desoladora: la mano de un niño sepultado por los escombros producidos por los bombardeos sionistas en Gaza, sostiene un retoño del dátil que apretaba entre sus dedos. Es la vida que trata de imponerse a la muerte en medio de un paisaje de cuerpos humanos ametrallados, de bebés destrozados, apretados en los brazos de sus padres, en un intento desesperado y vano por revivirlos.de hijos sin amparo, de ancianos desolados, rostros deformados por el hambre…
Gaza ha perdido a decenas de miles de sus hijos y los que aun están respirando tienen el mismo aspecto de los recluidos en los campos de concentración nazis. El mapa de Palestina cada vez es más pequeño por el empeño criminal del gobierno sionista de Israel en apoderarse de su territorio. Y para ello no han dudado en apelar exterminio.
En vano la comunidad internacional trató de que atrocidades como esta no se repitieran. Con ese fin se aprobó en 1948 La Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio, primer tratado de derechos humanos adoptado por la Asamblea General de la ONU, tras el Holocausto ocurrido durante de la Segunda Guerra Mundial, en el que la Alemania nazi asesinó sistemáticamente a más de seis millones de judíos.
Tras la demanda de Sudáfrica a Israel ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya esta le ordenó a ordenó al gobierno de Netanyaju «tomar todas las medidas» para impedir el genocidio en Gaza, pero en la práctica ha ocurrido todo lo contrario, la matanzas continúa. y Estados Unidos veta en la ONU cualquier intento de resolución que trate de detenerla.
El fascismo se abre paso nuevamente y sus ejecutor directo, el ejército sionista, se vanagloria de cada víctima.
El mundo se levanta contra este nuevo holocausto, lanza un gran grito desde los más diversos rincones para poner fin a ese gran Auschwitz en que se ha convertido Gaza.
Cuentan que cuando algún familiar desde el exterior logra comunicarse con los que sufren diariamente la saña de los neofascistas, la respuesta es: Todavía estamos vivos. La mayoría de las veces no hay respuesta.
A pesar de los años transcurridos desde que el Comandante en Jefe se refirió a la sufrida y valerosa Palestina, sus palabras parecen dichas para hoy: «Ningún despojo más brutal de los derechos a la paz y existencia de un pueblo se ha cometido en este siglo. Entiéndase bien que no somos fanáticos.
El movimiento revolucionario se educó siempre en el odio a la discriminación racial y los pogroms de cualquier tipo, y desde el fondo de nuestras almas, repudiamos con todas nuestras fuerzas la despiadada persecución y el genocidio que en su tiempo desató el nazismo contra el pueblo hebreo. Pero no puedo recordar nada más parecido en nuestra historia contemporánea que el desalojo, persecución y genocidio que hoy realizan el imperialismo y el sionismo contra el pueblo palestino.
Despojados de sus tierras, expulsados de su propia patria, dispersados por el mundo, perseguidos y asesinados, los heroicos palestinos constituyen un ejemplo impresionante de abnegación y patriotismo, y son el símbolo vivo del crimen más grande de nuestra época.»
Ese crimen tiene que cesar.