En cada espacio uno escucha el reclamo: cuidar nuestro patrimonio de cada localidad y hacen énfasis en la necesidad de formar valores en las nuevas generaciones si queremos enseñarlos a preservar la memoria histórica.
Algunos ven a este grupo etario como el único responsable de indisciplinas sociales y cuantas alteraciones del orden existan, con lo cual no coincido, pues debemos formar valores en todos los sectores poblacionales para garantizar la defensa de la identidad nacional y local, proceso complejo marcado por las consecuencias nefastas de la globalización neoliberal capitalista, que ha atentado contra la cultura de los pueblos.
Este comportamiento evidencia la necesidad de conocer ¿quiénes somos?, ¿hacia dónde vamos?, ¿qué queremos?; y escoger con acierto el camino por el cual debemos marchar.
Un proverbio oriental asegura que quien no es capaz de explicar su pasado, está condenado a volver a vivirlo, y Fidel, el diez de octubre de 1968, insistió en que sin conocer adecuadamente “las raíces y la historia de este país, no podríamos entender el marxismo, no podríamos siquiera calificarnos de marxistas”.
Es ese sentido resulta imprescindible incentivar más protagonismo a los jóvenes, en aras de hacerlos sentirse responsables del proceso de construcción y avance del país. Así se hizo ver en el intercambio de los dirigentes del Secretariado Municipal de la Central de Trabajadores de Cuba en la Isla de la Juventud con Yasmila Calderón Argüelles, Contralora Municipal y el primer secretario del Partido en la Isla de la Juventud, Osbel Lorenzo Rodríguez.
En el encuentro se pormenorizó acerca de la necesidad de afianzar los sentimientos de identidad y alcanzar un desarrollo artístico y cultural, lo cual no viene solo, hay que fomentar el estudio y el amor por su localidad y una vía para lograrlo bien pudiera ser a través de los museos, máxime ahora con las transformaciones en el horario escolar.
Un ambiente culto siempre será bien recibido en el proceso de aprendizaje, coincidieron los presentes, porque ayuda a descubrir las tradiciones revolucionarias de un pueblo y lo mejor del legado artístico universal, además de contribuir a ennoblecer el carácter y formar sentimientos de amor hacia su cultura y ofrecer una orientación correcta para conducirse en la sociedad.
Se impone entonces aunar esfuerzos para garantizar que por el respeto comience la primera clase de valores.
