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VIII Cumbre de la CELAC: la única posibilidad de nuestros pueblos sigue siendo la unidad

KINGSTOWN, San Vicente y las Granadinas.- «La Celac es una obra de todos. Fortalecerla constituye una necesidad impostergable y un deber compartido para lograr la unidad e integración de lo que Martí llamó Nuestra América», decía el Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, en su intervención en la pasada Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), celebrada en Buenos Aires, Argentina, en enero de 2023.

 

 

 

El mandatario encabeza la delegación de la Mayor de las Antillas a la VIII Cumbre de la CELAC, que se celebra este 1 de marzo en la que es la segunda nación más pequeña del Caribe, de unos 110 000 habitantes, pero que durante su gestión al frente del organismo que reúne a los 33 países independientes de la región, ha continuado revitalizándo su activismo en la arena internacional.

Bajo el liderazgo del primer ministro, Ralph Gonsalves, San Vicente y las Granadinas acoge a más de una docena de jefes de Estado y de Gobierno, cancilleres y otros responsables de delegaciones, y entregará la presidencia pro témpore de la CELAC a Honduras y su presidenta, Xiomara Castro De Zelaya.

El surgimiento de la CELAC como foro de concertación propia de los países de América Latina y el Caribe, sin ingerencias de ninguna potencia extrarregional, sueño que durante más de 200 años arroparon los próceres latinoamericanos y caribeños, pudo finalmente concretarse con el establecimiento de una ola de gobiernos de izquierda a inicios del siglo XXI y toda su primera década.

Las bases del mecanismo se sentaron formalmente en la I Cumbre de América Latina y el Caribe sobre Integración y Desarrollo (CALC), celebrada en Salvador de Bahía, Brasil, en diciembre del 2008. Se le daría seguimiento en febrero de 2010 en la Riviera Maya, México, durante la II Cumbre CALC, la Cumbre de la Unidad, cuando se decidió crear un organismo que fusionara al Grupo de Río y la CALC, y por tanto a las 33 naciones independientes del área.

La alegría nuestro-americano se concretaría finalmente en la Cumbre Fundacional de Caracas, Venezuela, entre el 2 y el 3 de diciembre de 2011. Fue la culminación de un proceso impulsado por Lula, Chávez, Fidel, Raúl y otros líderes progresistas.

El General de Ejército Raúl Castro Ruz, entonces Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, señalaría entonces:

«Tenemos el privilegio de asistir a un acto fundacional de carácter trascendental. Con las decisiones que aquí adoptamos (…) reivindicamos más de dos siglos de luchas y esperanzas. Llegar tan lejos nos ha costado esfuerzo, pero también sangre y sacrificio».

«La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños es nuestra obra más preciada. Simbólicamente, consolida el concepto de una región unida y soberana, comprometida con un destino común», decía.

«En términos estratégicos —agregaba—, nos brinda el instrumento político requerido para aunar voluntades, respetar la diversidad, resolver diferencias, cooperar por el bien de nuestros pueblos y solidarizarnos los unos con los otros. Su éxito dependerá del carácter y la sabiduría de sus miembros, que somos las 33 naciones independientes situadas entre el Río Bravo y la Patagonia.

«En la unidad en torno a la soberanía, el desarrollo y la equidad estará nuestra fuerza y de ella dependerá la prosperidad con justicia de los ciudadanos de esta vasta y rica región. No tenemos un ideario plenamente homogéneo, ni coincidimos en todas las posiciones políticas. Esa es parte de la realidad y con ella debemos trabajar en un clima de respeto y cooperación».

«En la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños —ratificaba también Raúl—, Cuba trabajará con dedicación, altruismo y compromiso por la unidad de nuestros pueblos, por un futuro de paz y justicia social, y por el empeño irrenunciable de consolidar la plena independencia de lo que José Martí definió para el porvenir como “Nuestra América”.»

 

La Habana fue sede de la II Cumbre de la CELAC en enero de 2014

 

PARTO DURO, PERO DE SUEÑOS Y ALEGRÍAS

Desde su fundación a hoy, con sus altibajos y siempre bajo la injerencia siniestra —como oculta espada de Damocles— del imperio estadounidense y las fuerzas de derecha de la región —muchas de las cuales hicieron nuevamente gobierno en estos últimos 13 años—, se han realizado cumbres CELAC en Chile (enero, 2013), La Habana (enero, 2014), Costa Rica (enero, 2015), Ecuador (enero, 2016); República Dominicana (enero, 2017), México (septiembre, 2021), Argentina (enero, 2023) y ahora la VIII sesionará en San Vicente y las Granadinas (1 de marzo, 2024).

Los desafíos de la región, sin embargo, siguen siendo los mismos de entonces acá, y los mismos de los últimos 200 años.

Con más de 20 millones de kilómetros cuadrados de extensión territorial, cerca de 630 millones de habitantes, riquezas inigualables, materias primas de todo tipo, una agricultura e industria más que potente, América Latina y el Caribe es la región más desigual del planeta en cuanto a la distribución de riquezas.

Según el Panorama Social de América Latina y el Caribe 2023 de la CEPAL, en 2022 «más de 180 millones de personas en la región no cuentan con ingresos suficientes para cubrir sus necesidades básicas y, entre ellas, 70 millones no tienen ingresos para adquirir una canasta básica de alimentos».

En la presentación de este informe, el secretario ejecutivo de la entidad de Naciones Unidas, José Manuel Salazar-Xirinachs, comentaba: «En total, casi un tercio de la población de la región vive en situación de pobreza, porcentaje que se eleva a 42,5 por ciento en el caso de la población infantil y adolescente, una realidad que no podemos tolerar. La incidencia de la pobreza también es más alta entre las mujeres, la población indígena y las personas que viven en zonas rurales».

Al abordar la necesidad de la acción común de los países y gobiernos de la región, en la VII Cumbre de la CELAC, Buenos Aires, el presidente Díaz-Canel afirmaba: «La testaruda realidad será siempre más fuerte que cualquier intento de dividirnos, porque siguen compartiéndose los retos de orden internacional injusto, expoliador y antidemocrático que impide superar los alarmantes niveles de pobreza, desempleo, inseguridad alimentaria y exclusión que caracterizan el panorama económico y social de la región».

 

“La única posibilidad de los que venimos de un pasado colonial y neocolonial común es la unidad”.

 

«Apremia por eso, refería, cerrar filas y proyectar una visión estratégica (…) hacia la integración económica, social y cultural que nos permita avanzar hacia un desarrollo sostenible».

«En el complejo y desafiante mundo pospandémico, que sufre globalmente las graves resonancias económicas, políticas y sociales de los conflictos militares y los impactos imparables del cambio climático —añadía más adelante—, la única posibilidad de los que venimos de un pasado colonial y neocolonial común es la unidad».
San Vicente y las Granadinas, isla de tesoros

El archipiélago de San Vicente y Las Granadinas está integrado por unas 33 islas y cayos: San Vicente, Bequia, Canounan, Mustique, Mayreau, Isle D’Quatreny, Isla Unión… Por la belleza de todas y los misterios que aún encierran, se les dice Las Joyas del Caribe, en ellas se inspiró el escritor escocés Robert Louis Stevenson para la novela de aventuras La isla del tesoro.

En San Vicente está Kingstown, la capital. Isla volcánica, abarca alrededor del 90 por ciento del territorio nacional. Sus 29 kilómetros de largo y 18 km de ancho están cubiertos por montañas de origen volcánico densamente arboladas. Sobresale aquí el activo volcán Soufrière, con 1 234 metros de altitud.

Los más de 110 000 habitantes del país, en su mayoría afrodescendientes y mestizos —además de hindúes y unos pocos amerindios caribes—, trabajan en la agricultura, la silvicultura, la pesca y en los sectores de servicios, incluido el turismo.

San Vicente y Las Granadinas logró su independencia el 27 de noviembre de 1979. Estableció relaciones diplomáticas con Cuba el 26 de mayo de 1992. Ambas naciones mantienen un alto nivel de diálogo político y un fortalecimiento permanente de los lazos de amistad y cooperación.

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