La etapa capitalina de la Feria Internacional del Libro concluyó este domingo en la fortaleza de San Carlos de la Cabaña, su sede principal, con la entrega de los reconocimientos a los expositores más destacados. Durante 10 días varias instituciones de La Habana acogieron un programa literario que incluyó presentaciones de títulos, encuentros con autores, coloquios y conferencias, con particular énfasis en los autores a los que está dedicada la cita —Isabel Monal y Francisco López Sacha—; la creación de Brasil, País Invitado de Honor; y los homenajes a Alejo Carpentier en el año del aniversario 120 de su nacimiento, y a Carlos Manuel de Céspedes, a 150 años de su muerte.
Pero más allá de la contundencia de muchas de sus propuestas, esta edición de la Feria será recordada en virtud de su apuesta decidida por el futuro de la literatura y su sistema editorial. El libro digital es ya hace mucho una realidad. Y todo parece indicar que, al menos por un tiempo, coexistirá con el libro convencional. Los esquemas de promoción y socialización de la literatura experimentan constantes actualizaciones, porque todavía hay potencialidades apenas exploradas.
Más allá del impacto meramente cultural, hay también implicaciones económicas. ¿Cómo comercializar estos nuevos soportes? ¿Hasta qué punto puede resultar competitivo un mercado virtual? La Feria del Libro ha demostrado la viabilidad de las plataformas en la red para acceder a las novedades literarias. Hay mucho camino por recorrer todavía en ese sentido. Pero al menos están establecidos los cimientos de un entramado futuro.
Se requiere de cualquier forma consolidar una nueva cultura, que comprende no solo a los lectores, sino también a los escritores. Para muchos todavía un libro que no sea de papel no es un libro verdadero.
Otros tantos apuntan también a una vertiente ecologista, asumiendo la necesidad de limitar la producción de papel ante su incidencia en la explotación forestal. En realidad, el mundo editorial —su industria— ha demostrado que la producción de libros es perfectamente sustentable. No son precisamente los libros un peligro para la naturaleza.
El atractivo mayor es el de las múltiples posibilidades que puede ofrecerle a la literatura la multimedialidad. Pensar que en un pequeño dispositivo se puede atesorar una biblioteca de miles de volúmenes, que las redes pueden garantizar una búsqueda efectiva de información, que se democratiza el acceso a un patrimonio inmenso… son razones suficientes para invertir en las nuevas plataformas, independientemente de las puntuales distorsiones de esos procesos.
Y lo mejor es que nadie ha dicho que haya que renunciar a la idea romántica del libro de toda la vida. Corresponde articular sistemas, hacerlos más efectivos. Hay editoriales en el mundo que han trabajado en la impresión por demanda, pensando en esos lectores que preferirán siempre la experiencia más tradicional.
El momento es particularmente complejo en Cuba, por el panorama económico actual. Pero la Feria, como punta de la lanza, ya se proyecta al porvenir.
Una Feria para todos
Concluida la etapa internacional de la Feria, la mayor cita de la literatura cubana llegará a todas las provincias del país con un programa protagonizado fundamentalmente por los escritores y las editoriales de cada territorio.
En el occidente se desarrollará del 6 al 10 de marzo; las capitales provinciales del centro del país la acogerán desde el 13 hasta el 17; en el oriente será del 20 al 24. La clausura oficial tendrá lugar, como ya es tradición, en Santiago de Cuba.
Varias novedades literarias y millones de ejemplares estarán a disposición del público, junto a una programación artística que integrará varias manifestaciones.