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Conceição Evaristo: Desde la remembranza y la permanencia

Uno de los más hermosos textos a disposición del público en esta edición de la Feria Internacional del Libro de La Habana es sin duda Poemas de la remembranza y otros movimientos, de la escritora brasileña Conceição Evaristo.

 

El libro Poemas de la remembranza y otros movimientos está disponible en las librerías de la Feria. Foto: Cortesía del Instituto Cubano del Libro

 

Arte y Literatura, en su colección Lira, propone un volumen que para muchos pudiera significar pórtico de una creación arraigada en el acervo riquísimo de una cultura que tiene claros orígenes en África, pero que floreció en esa nación inmensa, crisol maravilloso, que es Brasil.

Este Lunes, a las 2:00 p.m., la periodista Magda Resik sostendrá un encuentro con Conceição Evaristo en la Calle de Madera de la Plaza de Armas. La Habana Vieja. Foto: Lucas Seixas/Folhapress

Conceição Evaristo está en Cuba; integra la gran delegación del País Invitado de Honor a esta fiesta de las letras. Es un privilegio, asumiendo que se trata de una de las más importantes escritoras brasileñas del momento, referente indiscutible de un movimiento lírico que ubica al sujeto negro (con particular énfasis en la mujer), con sus reivindicaciones y sueños, en el epicentro de un complejo sistema de relaciones culturales.

No se regodea Evaristo en los devaneos del amor, aunque del amor habla en estas páginas. En todo caso, la pasión y el deseo integran un entramado variopinto, en el que visiones de la pobreza, la religiosidad y el dolor cuajan en poemas poderosos, de marcado sentido rítmico.

Son recreaciones de una experiencia colectiva: hay aquí una fina vocación de crítica social, que jamás se radicaliza en exhibiciones propagandísticas.

La esencialidad: ese es un gran valor de la creación de Conceição Evaristo. Se trasciende la epidermis en cada texto, se apuesta por la emoción y el sentimiento en esta zambullida por esos “mundos sumergidos, en los que solo el silencio de la poesía penetra”, al decir de la autora.

Evaristo nació en una favela. Fue empleada doméstica y encontraba tiempo para leer los libros de la biblioteca pública en la que trabajaba una tía suya. Concluyó sus primeros estudios en Belo Horizonte y decidió mudarse a Río de Janeiro. Ese fue el comienzo de un camino: terminó por licenciarse en Letras.

Más tarde que temprano sus narraciones y poemas llamaron la atención de la crítica y el público. Había una voz poderosa en esos textos, en los que se denunciaba, con ardua belleza, la discriminación por el color de la piel, los prejuicios, las desigualdades, el maltrato…

Ella rehuyó siempre de expresiones folcloristas. La suya nunca fue evocación pirotécnica, postales para turistas. Se ocupó del devenir del ser humano ante la abrumadora carga de la existencia, ante la injusticia y la exclusión que sufren muchos, ante el racismo más o menos evidente, pero aferrada a la esperanza, por más engañosa que pareciera.

La historia y las implicaciones de la esclavitud, la diáspora, la demandante necesidad de pertenecer a un lugar, a una cultura… son algunas de las aristas de su narrativa y su poesía.

Al principio, antes de aprender a leer, escuchaba las historias de sus familiares en casa, mezcla de realidad y ensoñaciones. Después descubrió que los libros podían acunar infinitos relatos.

Y asumió la literatura como bastión. No como espacio para el regodeo en el dolor, sino como opción de raigambre, de permanencia. Lo explicó en una entrevista, concedida a Agnese Marra y publicada en la revista Contexto y acción: “Nuestra memoria necesita ser elaborada desde nuestro punto de vista porque la historia de la esclavitud siempre se ha escrito desde la mirada de los blancos, que suelen reforzar el victimismo. Cuando nosotros hablamos de sufrimiento lo contamos desde una resistencia, porque cada vez que se victimiza a un pueblo se le niega la posibilidad de reaccionar y resistir”.

Ella, que ha recibido grandes reconocimientos, todavía se siente una escritora en los márgenes. “El haber tenido que dejar mi ciudad muy joven para estudiar fuera me provocó una sensación de no lugar, de estar lejos de mi territorio. Más allá de mi experiencia individual, creo que esa sensación de estar en los márgenes la hemos pasado todos los negros en este país (…). No encontramos un espacio, por eso lo que nos sustenta es la fuerza colectiva, formar parte de un grupo”.

En todo caso, no quiere ser pesimista, no se sienta a lamer sus heridas: trabaja todos los días por honrar un patrimonio común: “La literatura es uno de los espacios de creación de la identidad de una nación y valorar la literatura escrita por brasileños negros es permitirnos el pensamiento literario dentro de una nación que nos pertenece, que nosotros construimos. Por eso es tan importante reconocer la autoría negra, al igual que la blanca o la indígena, todos somos parte de esa construcción nacional”.

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